El traje nuevo del zar III – El nacionalismo “gran ruso”: la misión sagrada del imperialismo ruso

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¡Proletarios de todos los países, uníos!

El traje nuevo del zar III

El nacionalismo “gran ruso”: la misión sagrada del imperialismo ruso

El pensamiento reaccionario de Putin es una mezcla ecléctica y práctica de diferentes filósofos reaccionarios. Lo central es el “conservadurismo” y el nacionalismo y militarismo “gran ruso”. Promueve la Rusia “unida” y “tradicional” contra el Occidente “corrupto”. Putin describe esto como “patriotismo”, como la única y verdadera ideología para Rusia, una ideología que, según él, necesita ser despolitizada, ya que es “racional”. Dice que “el patriotismo significa dedicarse al desarrollo del país”i – someterse al Estado burgués. En su discurso tras la anexión de Crimea, Putin declaró que, al igual que en los siglos VIII, XIX y XX, Rusia sigue siendo víctima de los intentos de arrinconarla y mantenerla pequeña, pero que no se doblegará sino que “se defenderá”. Putin se presentó como Iván III, u otros zares, señala un autor burgués Michel Eltchaninoff, como un “gran” reunificador de la nación rusa, justificando la anexión con la “rusificación” de la población de Crimea y un teatro de un referéndumii . Conectado con el pensamiento reaccionario del “gran nacionalismo ruso” está la visión de Rusia como “santa”, la unión de la iglesia ortodoxa y el Estado como en los tiempos de los zares, cuyo poder fue “dado por dios mismo”, por lo tanto, una fuerte conexión con el nacionalismo del imperio zarista. En el pensamiento de Putin, Rusia tiene un papel especial de guardián de los valores “tradicionales” y “cristianos”, que para él forman la base de la “unidad” del pueblo ruso. Esto, por supuesto, es una carga de demagogia, como lo fue para los zares, para justificar la brutal opresión de los pueblos al servicio del capital financiero ruso.

Hace tiempo que Putin también declaró abiertamente la lucha contra el imperialismo yanqui en forma de “eurasismo”, un pensamiento que considera que hay un enfrentamiento entre el “occidente atlántico” y Eurasia, y para “proteger” a Eurasia y a la especial tradición “rusa” de la “influencia americana”, hay que construir un “imperio eurasiático”. Esto describe la situación en la que se encuentra el imperialismo ruso, a la defensiva del cerco del imperialismo yanqui.

El pensamiento reaccionario de Putin se remonta al imperio zarista y, por tanto, también al socialimperialismo soviético: el nacionalismo y el militarismo “gran ruso”, sanguinario y sangriento. Los revisionistas lo revistieron con los ropajes del “comunismo” y el “socialismo”, tratando de engañar a la gente, porque Rusia fue la tierra donde se estableció por primera vez el socialismo, y con el Ejército Rojo de la Unión Soviética, Europa se liberó del fascismo. Los revisionistas trataron de pintar sus aspiraciones imperialistas y su colusión y pugna con el yanqui-imperialismo como “antiimperialista”, ya que sabían bien que el sentimiento del pueblo estaba en contra del imperialismo y a favor del comunismo, y Putin también lo sabe. El hecho de que Putin afirme que Rusia solo está “liberando” a Ucrania de los nazis y de los lacayos de Estados Unidos y la UE es un ejemplo de cómo se intenta jugar con la memoria del pueblo y pintar al sanguinario y despiadado imperialismo ruso como “antifascista” o “antiimperialista”. El llamado proyecto de Putin de “rehabilitar” al camarada Stalin en la redacción de la historia oficial del imperialismo ruso también forma parte de esto: un intento de causar confusión y de usar la gran figura del camarada Stalin, como el hombre de Estado y defensor de la “Rusia histórica”, nada más falso, porque el camarada Stalin fue jefe del proletariado internacional, de la revolución mundial durante décadas. En una palabra gran marxista-leninista, defensor y desarrollador de la dictadura del proletariado, quien llevó a cabo la Gran Guerra Patria en defensa de la Unión Soviética socialista y la dictadura del proletariado, y para desarrollar la revolución proletaria mundial. Quien siguiendo al gran Lenin, aplicó y desarrolló en la teoría y en la practica dando solución al problema nacional en la Unión Soviética. Su obra sobre La Cuestión Nacional es un clásico del marxismo-leninismo-maoísmo.

Incluso algunos analistas burgueses señalan el peso histórico de la victoria sobre el fascismo y el siniestro mal uso que hace Putin de ella, y observan que muchas concepciones de Putin tienen sus raíces en su educación en la sociedad extremadamente militarizada y fascista de la Unión Soviética socialimperialista -a pesar, por supuesto, de que en su análisis se mezclan muchas cosas con el anticomunismo y la confusión de la naturaleza del revisionismo. Estos analistas también señalan que en sus discursos, Putin parece ver el mundo de la misma manera que la camarilla gobernante de la Unión Soviética social-imperialista en su juventud – que existen dos superpotencias contendientes, que son los dos centros del mundo – y se aferra a las tradiciones de mostrar la fuerza militar y política del Estado.iii Este análisis no reconoce, sin embargo, que Putin sí ve que la Federación Rusa es más débil y, para recuperarse, toma medidas incluso desesperadas, como vemos en el caso de la guerra de agresión a Ucrania. Esta visión expresada sobre el mundo es la que a él le gustaría que tuviera el mundo. Por lo tanto, Putin no quiere recuperar la ex-Unión Soviética social-imperialismo, sino que quiere recuperar el estatus de superpotencia en el pensamiento reaccionario imperialista de la “Gran Madre Rusia” de los zares.

El pensamiento reaccionario de Putin es, pues, el pensamiento de una superpotencia atómica imperialista, debilitada y arrinconada, y en profunda crisis, que viene fracasando en sus afanes de recuperarse como superpotencia en lo que va del presente siglo. Se basa en gran medida en la demagogia ecléctica de los valores tradicionales, como justificación para el ataque a los derechos del pueblo, y para aplastar todo lo revolucionario.

La federación rusa nace de la bancarrota de la Unión Soviética social-imperialista fascista-corporativa, y al mismo tiempo, continúa su legado como superpotencia atómica. Bajo nuevas banderas, el régimen de Putin promueve el nacionalismo y el militarismo de la “Gran Rusia”, refuerza la tendencia fascista, tratando de obtener la misma fuerza que tuvo la Unión Soviética social-imperialista, buscando recuperarse para volver a ser una superpotencia, perdiendo terreno frente al imperialismo yanqui. Actualmente, la centralización del poder se desarrolla como absolutismo presidencial. En las condiciones de la profundización de la crisis, de la agudización de las contradicciones internas, amenazadas por el imperialismo yanqui, el imperialismo ruso tendrá que utilizar cada vez más medidas agresivas y reaccionarias contra el pueblo en la “patria” para controlar la crisis, así como lanzar ofensivas desesperadas contra las naciones oprimidas, como vemos en Ucrania en su desesperada disputa con el imperialismo yanqui y otras potencias. Pero, como ya se ha visto, se enfrentará a una resistencia cada vez mayor, y no es posible que salga victorioso en su invasión de Ucrania, cada vez se enfanga más, y se enfrenta a problemas cada vez mayores también a nivel interno. Con cada paso que da la burguesía sobre los derechos y libertades del pueblo, camina hacia su tumba. Esta rebelión y resistencia instintiva de las masas llama a los comunistas a asumir la tarea de dirigirla y transformarla en una poderosa lucha antiimperialista librada al lado de las naciones oprimidas que luchan contra la opresión del imperialismo ruso, en una lucha por contrarrestar pasando a desarrollar el socialismo y la dictadura del proletariado en Rusia; el despertar de las masas, es un llamado de la urgencia de reconstituir el glorioso Partido Comunista como partido marxista-leninista-maoísta.

Apéndice

En relación con esta serie de artículos sobre el imperialismo ruso publicamos como apéndice la conferencia “La crisis de la democracia” de José Carlos Mariátegui con el objetivo de profundizar la comprensión del lector sobre cuestiones de la crisis del parlamento y la tendencia de reaccionarización del estado:

José Carlos Mariátegui: Historia de la crisis mundial (1924)

Decima segunda conferencia

La crisis de la democracia

Las notas del autor:

DESDE antes de la guerra se percibían los síntomas de una crisis del régimen democrático. ¿Cuál ha sido el motor de esta crisis? El acrecentamiento y concentración paralelas del capitalismo y del proletariado. La vida económica, las fuerzas económicas de los países, han pasado a las manos de estos dos grandes poderes, al lado de los cuales el Estado ha adquirido una posición no de árbitro sino más bien de mediador. Los conflictos, los contrastes entre una y otra fuerza, no han podido ser solucionadas por el Estado sino por transacciones, por compromisos directos entre ellas. El Estado en esas transacciones no ha jugado sino un rol de componedor. Dentro de las formas de la sociedad vieja se han ido gestando, se han ido incubando las formas de una sociedad nueva. La nación, en virtud de la nueva realidad social, ha dejado de ser, una entidad predominantemente política para transformarse en una entidad predominantemente económica. Esta transformación sustancial de la nación ha determinado la crisis del Estado político. La historia nos enseña que las formas de organización social y política de una sociedad corresponden a la estructura, a la tendencia de las fuerzas productivas. La sociedad burguesa, por ejemplo, no tiene otro origen que el nacimiento de la industria. Dentro de la sociedad medioeval, la burguesía era la clase industrial, la clase artesana. A medida que la burguesía se enriqueció, a medida que la industria se desarrolló, los privilegios de la aristocracia, de la nobleza se hicieron insoportables. El obrero y el burgués se confundían entonces en una clase única: el pueblo. La burguesía era la vanguardia del pueblo y era la clase conductora de la revolución. Obrero y burgués coincidían en la aspiración de la abolición de los privilegios de la aristocracia. La caída de la aristocracia, del régimen medioeval fue, pues, determinada más que por razones abstractas de ideal por razones concretas de la aparición de una nueva forma de producción: la industria. Bajo el régimen democrático, bajo el régimen burgués, se ha creado nuevas formas de producción. La industria se ha desarrollado extraordinariamente impulsada por la máquina Han surgido enormes empresas industriales. La expansión de estas nuevas fuerzas productivas no permite la subsistencia de los antiguos moldes políticos. Ha transformado la estructura de las naciones, y exige la transformación de la estructura del régimen. La democracia burguesa ha cesado, de corresponder a la organización de las fuerzas económicas formidablemente transformadas y acrecentadas. Por esto la democracia está en crisis. La institución típica de la democracia es el parlamento. La crisis de la democracia es una crisis del parlamento. Hemos visto ya cómo los dos grandes poderes contemporáneos son el capital y él trabajo y cómo, por encima del parlamento, estas tuerzas transigen o luchan. Los teóricos de la democracia podrían suponer que estas fuerzas están ó deben estar proporcionalmente representadas en el parlamento. Pero no es así. Porque la sociedad no se divide netamente en capitalistas y proletarios. Entre la clase capitalista y la clase proletaria hay una serie de capas amorfas e intermedias. Además, así como toda la clase proletaria no tiene conciencia exacta de sus necesidades históricas y clasistas, así también toda la clase capitalista no está dotada de una conciencia precisa. La mentalidad del gran industrial o del gran banquero no es igual a la mentalidad del rentista medio o del comerciante minorista. Esta dispersión de las clases sociales se refleja en el parlamento que no representa así netamente los dos grandes intereses en juego. El Estado político resulta la representación integral de todas las capas sociales. Pero la fuerza conservadora y la fuerza revolucionaria se polariza en dos agrupaciones únicas de intereses: capitalismo y proletariado. Dentro del régimen parlamentario no caben sino gobiernos de coalición. Ahora se tiende a los gobiernos de facción.

Actualmente, la intensificación de la lucha de clases, el acrecentamiento de la guerra social, ha acentuado esta crisis de la democracia. El proletariado intenta el asalto decisivo del Estado y del poder político para transformar la sociedad. Su crecimiento en los parlamentos resulta amenazante para la burguesía. Los instrumentos legales de la democracia han resultado insuficientes para conservar el régimen democrático. El conservadorismo ha necesitado apelar a la acción ilegal, a los medios extra-legales. La clase media, la zona intermedia y heterogénea de la sociedad, ha sido el nervio de este movimiento. Desprovista de una conciencia de clase propia, la clase media se considera igualmente distante y enemiga del capitalismo y del proletariado. Pero en ella están representados algunos sectores capitalistas. Y como la batalla actual se libra entre el capitalismo y el proletariado toda intervención de un tercer elemento tiene que operarse en beneficio de la clase conservadora. El capitalismo y el proletariado son dos grandes y únicos campos de gravitación que atraen las fuerzas dispersas. Quien reacciona contra el proletariado sirve al capitalismo. Esto le acontece a la clase media, en cuyas filas ha reclutado su proselitismo el movimiento fascista. El fascismo no es un fenómeno italiano, es un fenómeno internacional. El primer país de Europa donde el fascismo ha aparecido ha sido Italia porque en Italia la lucha social estaba en un período más agudo, porque en Italia la situación revolucionaria era más violentó y decisiva.

Proceso del fascismo. Su encumbramiento. Sus sistemas. Sus métodos.

El fascismo en Alemania, en Francia, en Hungría, etc. Lugones en la Argentina.

iFish & al. 2017: What is Putinism? Journal of Democracy, vol. 28, no 4

iiMichel Eltchaninoff 2015 [2022]: Dans la tête de Vladimir Poutine. Actes Sud. Arles

iiiIbid.