El Comunero – Sobre el resultado de las elecciones y la campaña por su boicot en Colombia

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Sobre el resultado de las elecciones y la campaña por su boicot en Colombia

Ha llegado a su fin una nueva jornada de la farsa electoral en Colombia. En medio de un creciente descontento popular expresado en grandes levantamientos de masas durante los últimos años y de una aguda pugna en el seno de las clases dominantes para definir quién será el administrador del Estado colombiano (es decir, el administrador de los negocios de la gran burguesía y los terratenientes lacayos del imperialismo), ha resultado ganador el oportunista y representante de la facción burocrática de la gran burguesía colombiana: Gustavo Petro.

Este resultado ha suscitado las más variadas opiniones al respecto: desde los que rechazan este resultado sosteniendo que Petro es un “izquierdista” y “comunista” que expropiará y burocratizará a todo el país llevándonos a la quiebra; hasta quienes celebran rabiosamente su victoria y anuncian la buena nueva de la tan anhelada llegada de un verdadero “gobierno popular y democrático” a estas tierras, las cuales califican como conservadoras y apáticas. Lo cierto es que cada vez es más claro para todos que ni los unos ni los otros están en lo correcto. Petro no es de ninguna manera un radical que impondrá un falso y distorsionado “socialismo” en el país al estilo de Chaves o de Castro, ni mucho menos representa el cambio que el pueblo colombiano viene exigiendo con cada vez más fuerza en las calles durante este tiempo.

Su llamado a impulsar en Colombia lo que denomina “capitalismo humano”; sus ridículas promesas (ante notarías inclusive) comprometiéndose a no expropiar; su defensa férrea de la vieja institucionalidad gran burguesa y terrateniente, incluyendo instituciones tan reaccionarias y medulares para este viejo Estado como la policía y el ejército; su sumisión ante la dominación nacional por parte del imperialismo yanqui; su llamado a la reconciliación nacional que no es más que la vieja cantinela revisionista de la conciliación y la colaboración de clases en reemplazo de la doctrina de la lucha de clases; sus promesas de reforma agraria que en esencia deja intacta la concentración de la tierra y que sirve al imperialismo, al capitalismo burocrático y a los terratenientes; sus alianzas y estrechas relaciones con distinguidos representantes de la gran burguesía y los terratenientes a los cuales en su discurso ha jurado combatir (como los Gaviria, Barreras, Benedetti, Hommes, Leyva, Jattin, Suarez Corzo, Calle Demoya, Bedoya, etc.); entre muchas otras razones más muestran que este gobierno no representa el cambio que el pueblo colombiano añora y que será cuestión de tiempo para que la ilusión despertada se convierta en frustración y la esperanza de cambio se convierta en indignación y rabia ante el vil engaño, los cuales inevitablemente se traducirán en las calles.   

Así pues, lo que tenemos actualmente no es más que un cambio de táctica de las clases dominantes de este país ante el evidente desgaste del uribismo, la incontenible rebeldía de las masas y los tiempos de crisis que atraviesa el sistema imperialista. Y esta nueva táctica, contrario a lo que no pocas organizaciones plantean (a propósito del llamado a votar por Petro para evitar un mayor derramamiento de sangre y las supuestas mejores condiciones para impulsar el trabajo revolucionario), es aún más peligrosa para el movimiento popular y más efectiva para las clases dominantes en la aplicación de sus tres grandes tareas reaccionarias: reimpulsar el capitalismo burocrático, reestructurar el viejo Estado y conjurar/aplastar el desarrollo de la revolución en Colombia. Muy vigentes resultan las palabras de Lenin al respecto en su obra “Las diferencias en el movimiento obrero europeo” (1910):

Una causa muy importante de discrepancias entre los militantes del movimiento obrero reside en los cambios de táctica de las clases dominantes, en general, y de la burguesía, en particular. Si la táctica de la burguesía fuese siempre igual, o, por lo menos, del mismo tipo, la clase obrera aprendería rápidamente a responder a ella con una táctica también igual y del mismo tipo. Pero, de hecho, la burguesía en todos los países establece, inevitablemente, dos sistemas de gobierno, dos métodos de lucha por sus intereses y en defensa de su dominio, métodos que van alternándose o que se entrelazan en distintas combinaciones. Es, en primer término, el método de la violencia, el método que no admite concesión alguna al movimiento obrero, el método que apoya a todas las instituciones viejas y ya caducas, el método que rechaza rotundamente las reformas. …El segundo método es el del «liberalismo», el de los pasos hacia el desarrollo de los derechos políticos, hacia las reformas, las concesiones, etc…

Cuando en 1890 se produjo el viraje hacia las «concesiones», éste resultó ser, como siempre, aún más peligroso para el movimiento obrero, engendrando un eco igualmente unilateral del «reformismo» burgués: el oportunismo en el movimiento obrero. «La finalidad positiva, real, de la política liberal de la burguesía — dice Pannekoek — es la de desorientar a los obreros, sembrar la escisión en sus filas, transformar su política en un apéndice impotente, de la siempre impotente y efímera política del supuesto movimiento reformista.

No pocas veces la burguesía logra sus objetivos, durante cierto tiempo, por medio de la política «liberal», que es, como observa con razón Pannekoek, la política «más astuta». Parte de los obreros, parte de sus representantes, se deja engañar a veces por las aparentes concesiones. Los revisionistas declaran «anticuada» la doctrina de la lucha de clases o comienzan a aplicar una política que, de hecho, significa una renuncia a la lucha de clases. Los zigzags de la táctica burguesa intensifican el revisionismo en el movimiento obrero y muchas veces provocan en el seno de éste discrepancias que llevan hasta la escisión«.

Una fiel muestra de aquella confusión y engaño al pueblo y al movimiento popular señalado por Lenin ha sido la reducción en las cifras de abstención para esta segunda vuelta electoral, quedando en un 41.83%, cuando en el país normalmente esta cifra supera el 50% y en la última segunda vuelta en el 2018 fue de 46.07%. Esta reducción se explica principalmente por la mayor participación de la juventud, el sector más activo de las masas durante las recientes jornadas de protestas, engañada con la posibilidad de un cambio y movilizada aprovechándose de su fuerte rechazo al uribismo. No obstante, cabe destacar que a pesar de su disminución ha sido realmente una pequeña parte de la población quien ha elegido el futuro presidente, ya que de los más de 39 millones de colombianos aptos para votar solo 11’291.986 votaron por Petro, mientras que si sumamos la abstención, los votos en blanco, los votos nulos y los tarjetones no marcados estamos hablando de más de 17 millones de personas que con este acto expresan su rechazo, desconfianza y desinterés por este grotesco espectáculo de la farsa electoral por encima de cualquier candidato, a pesar de los desesperados esfuerzos de las clases dominantes por legitimar ante el pueblo a como dé lugar su fracasado y podrido sistema de explotación y opresión encubierto con una falsa apariencia democrática.

No obstante, es importante resaltar que, dentro de estas vastas masas abstencionistas, no solo se encuentran aquellas que lo hacen espontánea e inconscientemente. Sectores juveniles, estudiantiles y obreros, entre otros, impulsaron activamente en algunas ciudades del país acciones de boicot contra la farsa electoral mediante actividades de agitación y propaganda revolucionaria y comunista, destinadas a elevar el nivel de conciencia de las masas y pasar del boicot espontáneo a un boicot consciente y decidido denunciando la patraña de la farsa electoral y anunciando el camino revolucionario en el país. Durante estos meses de intensa propaganda politiquera el equipo de El Comunero registró diversas acciones antielectorales y en defensa de la independencia del movimiento popular, tales como pintas, pegas de afiches, quemas simbólicas de urnas, sabotajes a propaganda politiquera, charlas e intervenciones en espacios amplios, entre otros que muestran la presencia activa de fuerzas revolucionarias en el país que denuncian la farsa electoral y llaman a la construcción de una nueva sociedad.

A continuación, compartimos una compilación de imágenes realizada por El Comunero sobre algunas acciones antielectorales realizadas en el país durante los últimos meses, para su difusión: