Declaración de la LCI: Del “Llamamiento por la Paz y una Sociedad Democrática” al 12º Congreso del PKK
Del “Llamamiento por la Paz y una Sociedad Democrática” al 12º Congreso del PKK: Proceso de liquidación, desintegración estratégica y capitulación ideológica completadas
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Del “Llamamiento por la Paz y una Sociedad Democrática” al 12º Congreso del PKK: Proceso de liquidación, desintegración estratégica y capitulación ideológica completadas
El 12º Congreso del PKK y el “Llamamiento por la Paz y una Sociedad Democrática” de Abdullah Öcalan no deben ser entendidos meramente como un giro táctico o una reconfiguración organizacional, sino como una expresión concreta de una ruptura cualitativa en la orientación ideológica. Esta orientación marca un abandono deliberado del carácter revolucionario histórico del movimiento nacional de liberación kurdo y de la estrategia de independencia política basada en el derecho a la autodeterminación (DAAD); en lugar de ella, intenta una refundación ideológica queriendo integrarse en el sistema existente. Términos como “nación democrática”, “patria común”, “sociedad moral-política”, “confederalismo democrático” y “solución sin Estado” aparecen en un primer momento como modelos alternativos a las formas existentes de dominio, pero se basan en un enfoque posmoderno que abandona la estrategia revolucionaria, la lucha de clases, el derecho de los oprimidos a la resistencia armada y la lucha por la independencia nacional, así formando un basamento ideológico para una estrategia de liquidación que apunta a las luchas de liberación real de los pueblos oprimidos.
El 12º Congreso y declaraciones adjuntas caracterizan la legitimidad de la lucha popular anticolonial kurda desde el siglo XX como una “espiral de violencia”, caracterizan la resistencia armada como una “carga del viejo paradigma”, y afirman que la nueva era debe ser formada a partir de una “solución democrática, moral y pacífica”. Esta posición, sin embargo, niega la resistencia histórica colectiva del a nación kurda, la cuál en sus cuatro partes se enfrenta a la ocupación colonial-fascista por parte de Estados-nación. Tratar al Estado-nación no en términos de dominio de clase, sino solamente como “institucionalización del pensamiento patriarcal” lleva a una línea idealista que explica la historia no a través de la lucha de clases sino a través de crisis éticas abstractas.
Desde 1999, la línea ideológica desarrollada por Abdullah Öcalan se ha ido desplazando gradualmente del curso de la confrontación armada, anticolonialismo e influencias socialistas seguidas en los años 80 y 90 del siglo pasado; se ha movido a una posición que ya no está en conflicto con el sistema imperialista, sino que se alinea con las políticas de la reestructuración imperialista. El 12º Congreso representa la institucionalización final y la declaración política de esta reconstrucción ideológica. Particularmente la retorica de una “solución democrática” sirve para negar la estructura colonial del Estado burgués turco y deslegitimar el derecho a la autodefensa del pueblo kurdo; la destrucción, asimilación, desplazamiento y opresión sistemática de los kurdos durante cientos de años por parte del Estado, se reduce a esta retorica de mero “autoritarismo” o “desviación nacionalista” mientras que el carácter de clase del Estado se omite completamente. Así, el sistema ideológico de Öcalan, de esta forma no ofrece análisis o estructura de clase alguna. El Estado turco no se ve representado como un aparato colonial de opresión sino como un “actor negociable”, en contradicción con los principios analíticos principales del Marxismo-Leninismo-Maoísmo y con la experiencia histórica de pueblo kurdo.
Las negociaciones con el Estado no traen cambios sustanciales en las políticas fundamentales del Estado burgués turco; ahora, esta orientación ideológica retira de forma efectiva la legitimidad revolucionaria de la lucha, elevando la paz de una posición táctica a una estratégica y revelando que la linea de Öcalan se opone de forma sistemática a la lucha de clases y a la violencia revolucionaria. Además, la disolución del PKK y la declaración del cese de la lucha armada significa la implementación unilateral e interna de las condiciones impuestas por el Estado turco. El comunicado final del Congreso apela a la Gran Asamblea Nacional de Turquía (TBMM) y los Partidos políticos, expresando esperanza por que el Estado pueda tomar “un papel histórico”, lo que suma al reconocimiento de la legitimidad de la estructura colonial existente. La oposición de Öcalan al socialismo no es una mera diferencia teórica; significa la liquidación de la fundación ideológica de la lucha revolucionaria. Él tacha a la teoría marxista de clase como “dogmatismo del viejo mundo” y la reemplaza por conceptos como “sociedad moral”, “individuo libre”, “razón mítica”, rechazando así la base materialista histórica del socialismo, y poniendo ideas idealistas, individualistas y culturales en el centro. Este cambio ideológico no es solo una ruptura con la tradición socialista sino una reorientación formada por la influencia de las ideologías imperialistas (el posmodernismo de forma notable).
Así, el 12º Congreso y el “Llamamiento por la Paz y una Sociedad Democrática” no son un simple documento de compromiso, sino una señal de liquidación de la línea revolucionaria al respecto de la lucha de clases, el socialismo y la perspectiva de liberación nacional. Esta línea legitima no sólo las políticas actuales del Estado turco sino que también devalúa la lucha kurda de autodefensa nacional anticolonial y contra la anexión, condena el socialismo como una “reliquia represiva del pasado”, y, bajo el aspecto de rechazar soluciones estatales, de hecho niega la necesidad del Estado proletario como un poder revolucionario de transición de los oprimidos. Reducir este proceso a un debate interno kurdo, subestima su significado objetivo: que un movimiento como el PKK, que durante años dirigió la lucha revolucionaria contra el imperialismo, anexión, y fascismo, haya adoptado tal orientación, tiene implicaciones de largo alcance no sólo para el pueblo kurdo sino también para los movimientos de toda la región.
Desde una perspectiva Marxista-Leninista-Maoísta: El Significado del Proceso de Liquidación
El programa anunciado en el 12º Congreso del PKK y el “Llamamiento por la Paz y una Sociedad Democrática” de Öcalan representa más que una transformación organizacional de un movimiento nacional: corresponde a una liquidación cualitativa. Esta liquidación apunta directamente al principio de lucha armada revolucionaria, la búsqueda de la liberación nacional basada en la independencia, y la legítima resistencia de los pueblos oprimidos ante las clases dominantes. La línea de Öcalan no sólo rompe con el pasado del movimiento kurdo sino que representa un asalto posmoderno, reformista y pacifista contra la teoría revolucionaria como parte de una ofensiva ideológica mundial de la burguesía.
El Marxismo-Leninismo-Maoísmo define claramente la estrategia revolucionaria: la dictadura del proletariado, la violencia revolucionaria, la guerra popular, y el derecho de las naciones a la autodeterminación. La teoría de Mao Tsetung de la Guerra Popular enfatiza que la lucha de las naciones oprimidas contra el imperialismo y la feudalidad no es solamente defensiva, sino que busca construir un poder revolucionario, especialmente en contextos coloniales y semicoloniales. Esta guerra no es sólo una fase militar sino una movilización ideológica, política y militar de los oprimidos. Las posiciones formuladas por el paradigma de Öcalan y en el 12º Congreso contradicen todos estos principios revolucionarios universales: ideas como “superar la lucha armada”, “soluciones pacíficas como fundamento estratégico”, “democracia sin Estado”, e “individuo libre” se oponen directamente a la estrategia revolucionaria de clase del Marxismo-Leninismo-Maoísmo.
Bajo este punto de vista, el Estado es entendido meramente como una forma de dominación en lugar de como un instrumento de clase, y el “consenso democrático” es propagado en lugar de la violencia organizada del pueblo. Como resultado, el carácter de clase del Estado es ocultado y la lucha de clase confinada dentro de límites reformistas. La práctica histórica del Marxismo-Leninismo-Maoísmo destaca la naturaleza contrarrevolucionaria del liquidacionismo: Lenin, en su lucha contra los mencheviques, enfatizó la necesidad del levantamiento armado y la organización revolucionaria, condenando el pacifismo como una herramienta ideológica burguesa; Mao Tsetung criticó la “evolución pacífica” de las fuerzas burguesas liberales en China y formó la base ideológica de la guerra popular precisamente en oposición a ellas. Dentro de este contexto, la formulación del PKK de la lucha armada como una “vieja carga” y la guerra de guerrillas como una “experiencia histórica negativa” no reflejan solamente un movimiento táctico, sino un asalto ideológico contra el ideal socialista.
Otro aspecto de esta ruptura emerge en relación con el imperialismo. Desde la perspectiva del Marxismo-Leninismo-Maoísmo, el imperialismo es el principal enemigo de los pueblos oprimidos en todo el mundo, y la lucha de liberación de las naciones oprimidas está dirigida principalmente contra él. La línea de Öcalan le da la vuelta a esta asunción al desarrollar una posición política que se integra en proyectos reorganizativos regionales del imperialismo. Como se ha visto en Rojava, las relaciones con la coalición imperialista dirigida por los EE.UU., no son sólo tácticas sino que constituyen una dependencia estratégica. Consecuentemente, el movimiento kurdo ha sido transformado de un sujeto revolucionario a un actor dentro de las dinámicas imperialistas de poder.
Esta orientación, desarrollada después del 1999 en el paradigma de Öcalan, avanza en fundamentos filosóficos que desafían directamente los principios centrales del Marxismo-Leninismo-Maoísmo: conceptos como “pensamiento mítico”, “sociedad moral”, “individuo libre” y “solución sin Estado” podrían parecer inicialmente innovaciones radicales, pero en realidad reemplazan la lucha de clases con reformas culturales, movimientos colectivos de masas con conciencia individual, y ruptura revolucionaria con la adaptación conformista con el sistema.
Desde la posición Marxista-Leninista-Maoísta, la auténtica renovación de los movimientos revolucionarios deben implicar adaptación táctica a las nuevas condiciones manteniendo los principios ideológicos centrales, y extendiendo la lucha sin abandonar su objetivo estratégico. La línea de Öcalan, sin embargo, carece por completo de objetivo estratégico revolucionario, alineándose ideológicamente con los llamados proyectos de reforma “civilizatorios” del sistema imperialista. Opera bajo la asunción de que “la revolución es imposible”, priorizando la transformación a través del cambio compatible con el sistema en lugar de por la fuerza del pueblo. Términos como “sociedad sin Estado”, “solución no violenta” y “políticas identitarias pluralistas” ilustran esta orientación conciliadora reformista.
Este proceso de liquidación es visible no sólo en teoría sino también institucionalmente. La decisión del PKK de finalizar la lucha armada fue acompañada de una reestructuración completa de la organización dentro de estructuras compatibles con el sistema. Las “políticas democráticas” propuestas bajo esta bandera implican la retirada a canales legales reconocidos por el Estado, limitación de la oposición a estructuras parlamentarias, y abandono de la autodefensa.
El Marxismo-Leninismo-Maoísmo define al pueblo como el sujeto central del cambio revolucionario, no en términos culturales o identitarios, sino con determinación de clase, organizado, armado y consciente. La línea de Öcalan, en contraste, define al pueblo culturalmente y propone su liberación a partir de una “transformación ética”. Este enfoque despolitiza al pueblo y le despoja de su subjetividad revolucionaria. Conceptos como “conciencia”, “moralidad” y “autoadministración” reemplazan la guerra de clases con una visión del mundo idealista e individualista. El Marxismo-Leninismo-Maoísmo siempre ha considerado la lucha ideológica contra el liquidacionismo como un aspecto integral de la lucha de clases: la batalla de Lenin contra los mencheviques, la lucha de Mao contra las líneas oportunistas de derecha, la lucha de İbrahim contra el revisionismo, son ejemplos históricos. La línea de Öcalan debe ser entendida como un proceso liquidacionista similar, y la posición del Marxismo-Leninismo-Maoísmo frente a ello debe ser la restauración revolucionaria y la resistencia ideológica.
El Rechazo del Derecho a la Autodeterminación de la Nación Kurda
El derecho a la autodeterminación de la nación kurda (KD-DAAD) es tanto históricamente como en el presente, el principio fundacional de la lucha del pueblo kurdo. Desde el punto de vista Marxista-Leninista, el DAAD es la fundación legítima y revolucionaria para la resistencia de las naciones oprimidas contra la opresión nacional. Este derecho no está limitado a un reconocimiento cultural o a la autonomía local, incluye el derecho a la secesión y a un Estado independiente si es necesario. Pero la línea de Öcalan y la orientación adoptada en el 12º Congreso rechazan este derecho fundamental directamente. En cambio, proponen integración mediante términos como “solución sin Estado”, “patria común” y “nación democrática”, no sólo un cambio ideológico, sino una declaración explícita de capitulación histórica.
Lenin definió el DAAD como el derecho de las naciones oprimidas a decidir su propio destino y enfatizó que negar este derecho promueve el chovinismo de la nación opresora y debilita la solidaridad revolucionaria. El internacionalismo proletario exige el reconocimiento del derecho a la secesión por parte tanto de los revolucionarios en naciones oprimidas como en naciones opresoras. La libertad sólo es posible si todas las naciones son libres, este derecho no es meramente teórico sino un instrumento práctico de lucha. La nación kurda está sujeta a la opresión sistemática por regímenes coloniales, negacionistas y asimilacionistas. En Turquía, esta opresión se manifiesta mediante políticas de destrucción integral apuntando al idioma, identidad, territorio y organización social kurdas. Desde la fundación de la República de Turquía, mediante el tratado de Lausana, y la Constitución de 1924, la nación kurda ha sido legalmente negada, físicamente oprimida e ideológicamente demonizada.
Desde su fundación en el 1978, el PKK, ha estado implicado en la lucha revolucionaria contra estas estructuras, intentando llevar a término el DAAD y la visión de un Kurdistán socialista, democrático, unificado e independiente. Pero después de 1999, la línea ideológica de Öcalan se desvió de esta perspectiva esencial: el objetivo de lograr un Estado fue ridiculizado como “una fijación estatista”, las aspiraciones kurdas por la libertad fueron presentadas como “una trampa de las tendencias nacionalistas”, y la liberación fue redirigida a una sociedad democrática sin Estado. A pesar de que estas propuestas podrían parecer radicales, en realidad son una trayectoria ideológica que elimina la noción de independencia y favorece la acomodación con el sistema colonial. Una solución sin Estado reemplaza el derrocamiento de los Estados coloniales con la transformación dentro de las estructuras existentes. La lucha de la nación kurda se reduce a una reforma identitaria local.
En este contexto, la narrativa de una “patria común” repite las tesis ideológicas de la indivisibilidad del Estado turco. La postura de Öcalan de que los kurdos no están condenados a la falta de Estado, sino a lograr la libertad precisamente mediante la falta de Estado, se alinea con la ideología turca oficial, la cuál define el derecho a la secesión como “la base para la guerra”. Esto representa no sólo un rechazo de un derecho revolucionario, sino el reconocimiento implícito de la legitimidad ideológica del Estado ocupante y anexionista. La lucha de liberación kurda es así despolitizada y convertida en una “lucha reformista sobre la identidad”, aceptando tácitamente la soberanía Estatal.
La línea de Öcalan abandona el derecho revolucionario de la población kurda a la secesión y en cambio busca una solución basada en la asociación con la supremacía turca. Su objetivo no es meramente una reconciliación con el Estado turco, sino la aceptación de parte de las potencias imperialistas y posicionarse como un actor viable dentro del sistema mundial. Términos como “democracia sin Estado”, “pluralismo” y “sociedad ecológica” resuenan con los paradigmas ideológicos dominantes del sistema imperialista contemporáneo. No ofrecen una crítica fundamental del capitalismo contemporáneo sino que proponen un “modelo de gobernanza alternativa” dentro de su lógica.
En realidad, esto significa abandonar formas de lucha basadas en la violencia popular revolucionaria en favor de un movimiento alineado con las ONG’s internacionales, políticas identitarias reformistas, y democracia local. El principio revolucionario del DAAD es así disuelto dentro de un “localismo” posmoderno. La teoría de Öcalan lo desplaza con transformación moral del “individuo libre”. Esto despoja al pueblo de su subjetividad revolucionaria y colectiva y mueve la lucha de un ámbito político de clase e histórico, a un plano ético-moral. Desde una perspectiva Marxismo-Leninismo-Maoísmo, el pueblo es un sujeto colectivo que determina su destino mediante la lucha de clases, y la secesión es la expresión estatal de este sujeto. Lenin dijo: “La forma más revolucionaria de lucha contra la opresión nacional es defender abiertamente el derecho de la nación oprimida a la secesión”. Esto debe ser reconocido por los revolucionarios tanto en los países opresores como en los oprimidos.
La decisión del 12º Congreso del PKK declara abiertamente que este derecho no se continúa organizando o defendiendo. La disolución y el cese de la lucha armada muestran que la línea se ha convertido en capitulación ideológica. Las apelaciones de las declaraciones del Congreso al parlamento turco expresan reconocimiento de la legitimidad estatal; acabar la guerra del pueblo significa abandonar la autodefensa. La consecuencia teórica y política es la integración de la lucha nacional kurda en el marco de los Estados coloniales, ofreciendo no una ruptura revolucionaria alguna, sino un compromiso reformista. Este enfoque se alinea con “las estrategias de resolución de conflictos” planteadas por el imperialismo en la región: modelos que ponen a actores locales bajo control, exigencias identitarias separadas del carácter de clase y apoyar reformas de sistemas internos. Este es precisamente el programa político que Öcalan promueve.
Legitimar la Estructura Ocupante y Anexionista del Estado turco
La República de Turquía fue fundada sobre un territorio multiétnico bajo los intereses de la burguesía turca, no solamente como un sistema económico capitalista sino como un aparato de opresión reforzando el dominio nacional turco, especialmente sobre los kurdos y otras naciones. El carácter anexionista no es sólo una faceta externa sino una característica constitutiva profundamente enraizada en la estructura interna Estatal: su sistema legal, educación, administración, ideología, y memoria colectiva. Por lo tanto, el Estado turco no sólo es el principal obstáculo de la nación kurda al DAAD, sino también un sistema histórico de dominio de clase con el objetivo de suprimir sistemáticamente este derecho.
De acuerdo con la teoría Marxista-Leninista-Maoísta, los Estados-nación son constructos en los que la burguesía institucionaliza su mercado y dominio de clase. El proceso fundacional de la República turca no fue una revolución burguesa sino una transformación de una estructura centralizada, militarista-sultanista heredada del Imperio Otomano, de acuerdo con los intereses de la burguesía. Esta transformación empezó con la aniquilación de los pueblos no musulmanes en Anatolia (armenios, griegos, asirios) y continuó con políticas sistemáticas contra los kurdos. Desde la revuelta del Sheikh Said en 1925, la masacre de Dersim en 1937-38, el golpe de 1980, las destrucciones de aldeas en los 90 del siglo pasado, el Estado turco usó la violencia armada en cada etapa para aplastar la resistencia kurda.
A pesar de esta realidad, la línea de Öcalan y el 12º Congreso del PKK niegan u ocultan el carácter colonial del Estado turco. Términos como “patria común”, “consenso democrático”, llamamientos al parlamento, o la “transformabilidad” del Estado sirven como herramientas ideológicas para legitimar al Estado ocupante y anexionista. La represión sistemática es caracterizada como errores aislados o desviaciones nacionalistas, y el Estado es presentado como reformable. La afirmación de Öcalan de que “el Estado es transformable” evita deliberadamente realizar un análisis de clase. Aún especialmente en Turquía, el Estado es el aparato a través del cuál la clase dominante, la burguesía compradora, terratenientes, militares, burocracia, inteligencia y policía, mantienen su dominio.
La nación kurda es el objetivo directo de este aparato, el cuál emplea todos los medios legales e ilegales para suprimir su DAAD. Esta estructura no puede ser cambiada mediante reformas o mejoras constitucionales; sólo puede ser derrocada mediante la ruptura revolucionaria. Sin embargo, Öcalan mantiene la creencia en la posibilidad de la transformación del Estado. Con llamamientos por una “nueva constitución”, “autogobierno democrático”, o “representación parlamentaria”, busca soluciones dentro del sistema. Sus declaraciones de que “el parlamento tiene un papel histórico” reflejan esta línea. Este enfoque se aleja del contenido revolucionario y al final reproduce las relaciones de clase existentes.
La línea de Öcalan encarna la disimulación ideológica que busca relegar las políticas del Estado turco de negación, destrucción y asimilación a “capítulos polvorientos de la historia.”
Más claramente, esta legitimación aparece en sus interpretaciones del Tratado de Lausana y de la constitución de 1924. Mientras las nombra como las fundaciones de la negación kurda, busca la solución antes de su formación, hacia una supuesta “asociación turco-kurda”, y nostálgicamente se refiere a los principios fundacionales de la república. Desde un punto de vista del Marxismo-Leninismo-Maoísmo, la liberación de una nación no se basa en la historia de opresión estatal sino en la historia de su propia lucha. Lausana y la Constitución de 1924 representan épocas de colonización y dominio total para todos los pueblos de Turquía, incluyendo los kurdos. Referirse a estas épocas para invocar una “patria común”, significa distanciarse uno mismo de la narrativa de la resistencia nacional kurda.
Uno de los argumentos centrales de Öcalan hacia el Estado es la necesidad de superar “la mentalidad autoritaria”. Pero esta evaluación oculta el carácter de clase del problema, derivando ideológicamente en el liberalismo individualista. La narrativa de una “transformación mental” es reduccionista, intenta explicar la violencia estructural estatal a través de factores psicológicos, culturales o individuales. Pero el Estado turco no es producto de individuos malignos o una aberración cultural, es el producto directo de los intereses de clase y su integración en el sistema imperialista.
Esta forma de legitimación sirve a la vez a los intereses imperialistas. Las relaciones de Öcalan con el Estado turco bajo el pretexto de “proceso de paz” y “diálogo” no reflejan la oposición revolucionaria a la estructura estatal orientada a la OTAN, sino un programa político de adaptación a ella. El Estado turco es uno de los instrumentos militares clave de la OTAN y un puesto avanzado estratégico del sistema imperialista en Oriente Medio. Esperar una “transformación democrática” de este Estado sólo sirve para ofrecer reconciliación al imperialismo, y naturalmente integra la lucha de liberación nacional en ello.
En Rojava, los resultados prácticos de esta línea son visibles: evitar la confrontación directa con el Estado turco en el autogobierno, alianzas estratégicas con EE.UU. y la defensa de “modelos de transición blandos” reflejan la tendencia de Öcalan a evitar el conflicto estructural. Enfocarse en la reforma del Estado turco resulta en la aceptación tácita del cerco imperialista y la perpetuación del Estado burgués. Esto no hiere solamente al pueblo kurdo sino a todos los grupos oprimidos en la lucha por la libertad en Turquía. Cualquier llamamiento por una “política democrática” que no expone la estructura colonial estatal está condenado y permanece confinado dentro de los límites burgueses.
Adaptación a la Clase Dominante Turca y a los Imperialistas
Una lucha de liberación nacional debe no sólo confrontar al Estado opresor inmediato, sino que también debe romper con el orden mundial imperialista. Por lo tanto, los movimientos revolucionarios de liberación deben ser ideológicamente claros contra toda estrategia conciliadora o reformista que intente resolver el conflicto dentro de los límites del Estado opresor. Pero el 12º Congreso del PKK y la línea política de Öcalan abandonan esta posición de principios. Construyen deliberadamente una posición política compatible con la clase dominante turca y los centros imperialistas.
Esta estructura impone violencia estructural no sólo contra los kurdos, sino también contra la clase obrera, campesinado y otros sectores oprimidos dentro de Turquía. Al mismo tiempo, se integra en círculos de la OTAN e imperialistas de la Unión Europea, convirtiéndose de forma efectiva en ejecutor de sus estrategias regionales. La redefinición de Öcalan del sistema como una “república democrática”, es una posición que de base que legitima ideológicamente el dominio burgués. No promueve el combate revolucionario contra los aparatos de violencia estatales turcos; busca su aprobación para participar en un “proceso de solución”.
Las relaciones con centros imperialistas son otra señal de esta estrategia de adaptación. Hoy, EE.UU., la UE y la OTAN, buscan una nueva estructura regional. La línea de Öcalan no se opone al sistema imperialista sino que se alinea con él. En Rojava, un modelo de autogobierno desarrollando con el apoyo militar-político de EE.UU., pone de manifiesto la estructura de no confrontación de esta orientación. El 12º Congreso del PKK declaró un realineamiento estratégico que extiende esta adaptación imperial a Turquía. La disolución y fin de la lucha armada son la expresión militar; declaraciones como que “La Gran Asamblea Nacional de Turquía tiene un deber histórico” o “Llamamos a los partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil y a los creadores de opinión a apoyar el proceso” son sus formas ideológicas.
Tales declaraciones evitan una exposición revolucionaria de la naturaleza de la estructura estatal turca y de la clase burguesa; las hacen pasar por “cambiables”, “negociables” y “socios”. Desde una perspectiva Marxista-Leninista-Maoísta, las líneas reformistas como esta muestran que intentos de colaboración con la burguesía tienen el potencial de paralizar la lucha revolucionaria. La línea de Öcalan ha demostrado este potencial: el cese de la lucha armada no es sólo una retirada militar, implica el rechazo ideológico a la guerra de clases. El rechazo de Öcalan a analizar históricamente el Estado burgués, prefiriendo términos como “mentalidad autoritaria”, “razón patriarcal” o “crisis del sistema” representa una mayor legitimación. Esta perspectiva borra las clases, relaciones de producción y formas de propiedad, despolitizando la lucha, transformándola de la confrontación con la burguesía a moral individual y ética cultural.
Esta adaptación busca no sólo neutralizar la lucha kurda sino debilitar el potencial revolucionario en toda Turquía y Oriente Medio. La solución propuesta por Öcalan es un proyecto que asegura el dominio de las clases dominantes turcas y sus apoyos internacionales. Formada en conceptos como “democracia sin Estado”, “autonomía basada en la identidad”, y “confederalismo democrático”, no representa una ruptura antiimperialista sino que se integra en el dominio imperialista.
Distorsión de la Legitimidad de la Resistencia Nacional Kurda
Durante más de un siglo, el pueblo kurdo ha resistido la opresión colonial turca, árabe, persa y de otros regímenes Estado-nación. Esta resistencia nunca fue solamente una serie de exigencias étnicas o culturales, ha sido autodefensa revolucionaria y una lucha existencial contra el genocidio, asimilación, masacres y negación nacional. En Turquía, esta lucha simboliza una lucha histórica contra la aniquilación sistemática por parte del Estado turco y contra el orden regional impuesto por el imperialismo. Su legitimidad se basa en la respuesta a la violencia colonial y en el reconocimiento universal del derecho a la liberación de los oprimidos.
La posición ideológica actual de Öcalan y la orientación del PKK formulada en el 12º Congreso distorsiona sistemáticamente esta legitimidad. Condenan la lucha histórica con términos como “espiral de violencia”, “paradigma centrado en el conflicto” o “impactos negativos del socialismo real”. La legítima lucha defensiva del pueblo kurdo se ve reformulada como un “error de ambas partes”, evidenciando una ideología liberal que equipara colonialismo con resistencia. La teoría del Marxismo-Leninismo-Maoísmo deja claro que tal neutralidad es en si misma una cobertura ideológica burguesa.
Las definiciones históricas de Öcalan sobre la resistencia kurda la despojan de su contenido de clase y significado revolucionario, reduciéndola a un lenguaje moral y una crisis ética. El pueblo que resistió se convierte en “violento”, el Estado se convierte en un “actor transformable”. Esta caracterización reduccionista despolitiza al pueblo, deslegitima la autodefensa armada, y adapta la lucha a un marco liberal.
En los años 80 del siglo pasado, el movimiento guerrillero del PKK marcó la transformación de la nación kurda en sujeto. En los años 90, la fase “Serhildan” vio kurdos del campo y a los pobres levantarse políticamente y despertar una conciencia nacional. En su retórica post-1999, Öcalan ya no destaca esta época como un movimiento de emancipación popular, sino como una “espiral de violencia” inducida externamente. Esto se alinea de forma muy cercana con la retórica oficial turca, que ha interpretado durante mucho tiempo la movilización kurda como “una escalada del terror” o “provocación”.
Desde la perspectiva del Marxismo-Leninismo-Maoísmo, la resistencia armada de un pueblo no es opcional sino necesaria bajo las condiciones de subyugación colonial o semicolonial. Los legados de Lenin y Mao definen la violencia revolucionaria como constitutiva, no como complementaria. La frase de Mao de “El poder político nace de la boca del fusil” se aplica de forma universal, donde los pueblos oprimidos no pueden confiar en una transición pacífica, y sólo pueden establecerse en el poder mediante la lucha armada. La lucha guerrillera kurda no fue solamente acción militar, sino práctica social, ideológica y política de autodefensa.
Pero la ideología actual de Öcalan condena la lucha armada. En su lugar, promueve “la política democrática”, “soluciones pacíficas”, “diálogo” y “sociedad ética”, lo cuál destruye la idea de que el pueblo puede asegurar su libertad mediante la resistencia armada. Esto no son ajustes tácticos, sino liquidación ideológica del legado revolucionario histórico del pueblo. El 12º Congreso institucionalizó esta orientación: su declaración de acabar la lucha armada, disolver la organización y “desarrollar nuevos métodos de lucha” definitivamente denuncia la línea de la guerra popular.
Lo que una vez fue poder guerrillero en Rojava, ha sido reemplazado por estructuras profesionalizadas aliadas con potencias imperialistas. La participación popular fue suplantada por aparatos de seguridad; el centro revolucionario fue “ensombrecido” por la búsqueda de “estabilidad” alineada con los centros imperialistas. El llamamiento de Öcalan por una “solución democrática” es de esta forma un proyecto ideológico hostil a la lucha guerrillera basada en la reconciliación burguesa. Esto devalúa los logros históricos del pueblo kurdo, su estatus como sujeto revolucionario, y los califica como “una carga del pasado”, urgiendo a dejar el pasado atrás. Esto desconecta en realidad al pueblo de su poder y voluntad.
Por esta razón, la línea de Öcalan no es sólo una condena de la lucha armada, guerra guerrillera, o legítima autodefensa, es una construcción ideológica que falsifica la legitimidad histórica del pueblo kurdo. Desde la perspectiva Marxismo-Leninismo-Maoísmo, tal ideología es un ataque sistemática contra la esencia revolucionaria. La legitimidad de la resistencia proviene de la lucha contra el colonialismo; esta legitimidad perdura solo mediante medios revolucionarios.
La Perspectiva del Marxismo-Leninismo-Maoísmo sobre la Legitimidad y el Ataque Ideológico de Öcalan
De acuerdo con el Marxismo-Leninismo-Maoísmo, la resistencia es no sólo un derecho sino un deber histórico de los oprimidos. Exige violencia revolucionaria contra las clases dominantes, naciones y sistemas imperialistas basados en la explotación y la opresión. Especialmente para aquellos que viven bajo condiciones coloniales, la lucha armada no es opcional sino una condición para la existencia. Las luchas de las naciones oprimidas contra el chauvinismo y la explotación son parte integral de la estrategia revolucionaria internacional proletaria.
Lenin enfatizó en “El Derecho de las Naciones a la Autodeterminación” que los revolucionarios en las naciones opresoras deben defender abiertamente el derecho de las naciones oprimidas a la secesión y apoyar activamente su lucha. En su escrito de 1916 “El Proletariado Revolucionario y el Derecho de las Naciones” defendió la legitimidad de formas armadas de resistencia, llamándolas “guerra revolucionaria”. Mao desarrolló esto más extensamente con la teoría de la Guerra Popular.
Así, la resistencia no es solamente una forma, es el contenido de la revolución. La legitimidad de la lucha contra la opresión de clase, nacional e imperialismo está fundamentalmente vinculado a estas condiciones. Esta herencia teórica “sostuvo” muchos movimientos del siglo XX, que se basaron en la legitimidad de la resistencia armada, entendieron que que no es sólo una herramienta sino un elemento constitutivo, porque el Marxismo-Leninismo-Maoísmo plantea que pueblo sólo puede construir el poder mediante el arma del pueblo.
Pero la línea de Öcalan condena este legado revolucionario y mantiene un proyecto idealista y liberal, expresado en términos como “solución no violenta”, “sociedad ética”, “compromiso democrático”, y “revolución consciente”. Este enfoque reduce el derecho colectivo de resistencia a una transformación ética individual, despolitiza al pueblo como sujeto revolucionario, y define a la violencia revolucionaria como “una enfermedad del pasado”. La ideología de Öcalan no es una teoría abstracta, es una decisión política deliberada con consecuencias reales.
Su enfoque hacia “una solución democrática” intenta crear un terreno común con el Estado, criminalizando la autodefensa, y condenando la resistencia revolucionaria. La institucionalización del 12º Congreso del fin de la lucha armada no es descriptivo, es prescriptivo. Öcalan critica la guerra popular usando términos como “efectos militaristas del socialismo real”, “fijación estatal”, y “políticas centradas en la seguridad”, tomados prestados directamente del lenguaje liberal occidental y posmoderno, reformulando la resistencia como lucha cultural en lugar de cómo política.
Este enfoque se alinea ideológicamente con los proyectos de resolución del conflicto de los centros imperialistas. No sólo deslegitima la resistencia, sino que la replantea como una crisis ética, oscureciendo la naturaleza del opresor. Desde un punto de vista Marxista-Leninista-Maoísta, esto es un asalto directo contra la legitimidad revolucionaria, desafía no sólo la justificación histórica de la resistencia, alineándose con el Estado colonial y creando alienación ideológica en el pueblo. La creencia de Öcalan en la capacidad transformativa del Estado existente se ha convertido en un proyecto para cooptar la lucha popular dentro de los aparatos burgueses, totalmente compatible con las estrategias de “soluciones pacíficas” de los imperialistas.
Su ataque ideológico es devastador tanto en lo teórico como en lo práctico. Declarar que “la época de la guerra de guerrillas se ha terminado” no es una mera observación, es una estrategia. Disolución organizacional, entrega de las armas, eliminación de la autodefensa, todo destruye los códigos fundacionales de la resistencia, intentando reducir el pueblo a una comunidad de “individuos éticos”. El Marxismo-Leninismo-Maoísmo define al pueblo no sólo como sujeto moral, sino como político, militar, ideológico, de ahí que la lucha de la resistencia sea integral.
La posición ideológica de Öcalan se opone no sólo a la justa lucha revolucionaria del pasado sino al potencial futuro: rechaza creer en el poder del propio pueblo, confiando en su lugar en la posibilidad de democratizar el Estado. Desde un punto de vista Marxista-Leninista-Maoísta, esto es rendición ideológica y disolución: se le despoja al pueblo de su subjetividad y se convierte en objeto cultural. Ese es el porqué de que el ataque ideológico de Öcalan es peligroso no sólo dentro del PKK, sino para los movimientos populares regionales y estrategias revolucionarias.
Ataque Ideológico contra el Socialismo
La orientación ideológica actual de Öcalan y del PKK no solo desmantela las fundaciones revolucionarias de la lucha kurda, también golpea los principios científicos e históricos del socialismo. Institucionalizados por el 12º Congreso y adjuntos en un marco ideológico posmoderno, expresados mediante términos como “confederalismo democrático”, “sociedad moral-política”, y “modernidad democrática”, busca debilitar las categorías centrales del Marxismo-Leninismo-Maoísmo.
La crítica al socialismo por parte de Öcalan se basa en hacer pasar al Estado y la lucha de clases como elementos desfasados de un “viejo paradigma”, argumentado que los Estados son fuentes universales de opresión, dominación y guerra, y los regímenes socialistas solamente perpetúan este legado. Pero de acuerdo con el Marxismo-Leninismo-Maoísmo, el Estado socialista no es opresor, sino transicional: una fase con la que el proletariado acaba con el dominio burgués y construye el poder junto con las masas. Lenin concibió la “extinción” del Estado tras la abolición de las clases; Mao demostró que la lucha de clases continúa en el socialismo mediante Revolución Cultural, demostrando que la lucha de clases permanece incluso durante el socialismo.
El rechazo de Öcalan al Estado se basa más en fuentes liberales-individualistas y posmoderno-anarquistas, abstrayendo al Estado de las relaciones de clase e interpretándolo como constructos culturales o patriarcales (“razón patriarcal”, “mentalidad autoritaria”). Este idealismo fracasa a la hora de reconocer la base material de clase del Estado. Para el Marxismo-Leninismo-Maoísmo, el Estado socialista es esencial mientras las clases existan; sólo en una sociedad sin clases, el Estado puede realmente desvanecerse. La “democracia sin Estado” de Öcalan de esta forma encarna una ilusión de gradual transición al socialismo, y para el Marxismo-Leninismo-Maoísmo, esto representa capitulación.
Su marco ideológico socava el socialismo al rechazar la clase, negando las relaciones materiales y neutralizando la lucha revolucionaria, transformándola en preferencia moral compatible con el capitalismo. El concepto de Öcalan de “confederalismo democrático” descarta la economía planificada colectivamente en favor de una economía cooperativa dentro de las estructuras de mercado, abandonando las categorías económicas claves del marxismo como la teoría del valor, la plusvalía, lucha de clases y dictadura del proletariado.
Esta ideología rechaza el análisis de clase y despolitiza la lucha revolucionaria, reduciéndola a un tema ético, cercano a narrativas liberales anticomunistas centradas en la burocracia, élites del Estado o socialización opresora. La adopción de Öcalan de estas narrativas indica convergencia ideológica con discursos imperialistas anticomunistas. Las consecuencias se manifiestan concretamente, por ejemplo, en Rojava, donde a pesar de defender que hay socialismo, persisten las estructuras privadas y la cooperación económica con potencias imperialistas como con EE.UU. ha sido cultivada, incluso bajo banderas de “intervención humanitaria” y derechos de las mujeres.
Estos desarrollos muestran que la guerra ideológica de Öcalan contra el socialismo no es abstracta, sino que le alinea de forma concreta con la adaptación imperialista. Desde un punto de vista Marxista-Leninista-Maoísta, esta orientación es la liquidación del dinamismo revolucionario: el socialismo ya no se entiende como un proyecto hacia una sociedad sin clases, sino como un sistema que se puede lograr sin derrocar a las clases dominantes. El Estado es necesario en tanto que las clases existen, y un ideal sin Estado que se postule sin una verdadera transición revolucionaria constituye una traición. La “modernidad democrática” de Öcalan reduce el socialismo a la reforma cultural, socavando todo ello la perspectiva proletaria.
Este movimiento ideológico debe ser entendido como una sumisión, no sólo debilitando el movimiento de liberación kurdo, sino poniendo en peligro la perspectiva socialista de todos los pueblos oprimidos. Por lo tanto, contrarrestar la ideología de Öcalan requiere no sólo argumentación política, sino una robusta defensa de la base científica, legitimad histórica y reivindicación revolucionaria del socialismo.
Conclusión: Malabarismo Ideológico y Evaluación General del Proceso de Liquidación
Visto dentro del contexto histórico de la lucha revolucionaria, el 12º Congreso del PKK y el “Llamamiento por la Paz y una Sociedad Democrática” de Abdullah Öcalan no puede ser ignorado como si fuese un simple cambio táctico o una reorganización estructural; constituyen la proclamación, institucionalización y alineamiento interno de un proceso de liquidación ideológica integral, atacando tanto al movimiento de liberación kurdo, como al amplio movimiento revolucionario en Turquía. Desde un punto de vista Marxista-Leninista-Maoísta, esto no es meramente una decisión organizativa, es la negación directa de la línea revolucionaria y de la Guerra Popular, así como un asalto directo contra la teoría socialista.
La línea de Öcalan busca una triple liquidación simultánea: la negación de la liberación nacional, la deslegitimación de la violencia revolucionaria y el ataque contra el socialismo científico. Califica el derecho de la nación kurda a la autodeterminación como “fijación nacionalista” y “obsesión Estatal”, criminalizando de forma efectiva la lucha de liberación nacional, una parte integral de la teoría Marxista-Leninista-Maoísta, y propone no el derrocamiento de los Estados coloniales, sino la asociación dentro del Estado existente. Esta retórica funciona como justificación teórica para la política de negación y destrucción del Estado colonial-burgués turco.
De acuerdo con ello, el 12º Congreso del PKK decidió el fin de la lucha armada y la disolución de la organización, una expresión del rechazo de la resistencia popular revolucionaria y de la línea guerrillera. Términos como “espiral de violencia”, “paradigma centrado en el conflicto” o “revolución ética” son usados para deslegitimar la resistencia. En su lugar, emergen el pacifismo y la rendición incondicional. La legitimidad de la autodefensa popular es caracterizada como “patología” del pasado, mientras que la línea de la guerra revolucionaria es condenada como un error. Esta doble liquidación es completada con un asalto ideológico contra el socialismo: Öcalan denuncia la teoría Marxista-Leninista y el Estado socialista como totalitarios, militaristas e inmorales, y los ataca con frases abstractas y liberales como: “modernidad democrática”, “democracia sin Estado” y “sociedad moral-política”. Estos conceptos despojan al socialismo de su sustancia de clase, colectivista y revolucionaria y las reemplazan con preferencia cultural alineada con el orden capitalista. Esta transformación ideológica triple no es aleatoria, sino el resultado de una orientación planificada y deliberada.
La línea de Öcalan no es sólo una transformación interna del PKK, sino un reposicionamiento político estratégico que se alinea con las estrategias imperialistas de reestructuración en la región. Términos como “nación democrática”, “confederalismo democrático” y “economía comunal” se han convertido en lemas compatibles con las estrategias occidentales de poder blando, izquierdismo liberal de la sociedad civil y agendas imperialistas, demostrando que la línea de Öcalan funciona no como alternativa, sino como instrumento integrado en esas estrategias.
Esta línea también se traduce en el ámbito ideológico en la legitimación de los aparatos opresores del Estado turco. El lenguaje del 12º Congreso construye un marco ideológico que hace pasar la lucha del pueblo kurdo y la violencia sistemática del Estado turco como un conflicto simétrico, ocultando así el genocidio, ocupación, asimilación y bloqueo económico. Esta retórica neutraliza el derecho del pueblo a la autodefensa. Tal negación no es sólo una reorientación interna del PKK, sino emblemático de una subsunción liberal universal de legítimas luchas de los oprimidos.
El marco ideológico de Öcalan disuelve las luchas populares históricas en utopía liberal de reconciliación, elimina la ruptura revolucionaria, y reemplaza conflicto de clases con diversidad cultural. Esta orientación representa un ataque estratégico no sólo para el movimiento revolucionario en Turquía y Kurdistán, sino a nivel mundial: funciona para marginar a los movimientos que abogan por una ruptura revolucionaria, calificándolos como “violentos”, “totalitarios” o “inmorales”. El 12º Congreso fue, a nivel Estatal, un gesto político que apaciguó al Estado turco y a los Estados imperialistas dentro de la OTAN; a nivel ideológico fue un desmontaje posmoderno de la herencia socialista. La autodisolución del PKK no es sólo el fin de una organización, sino que abre una historia de lucha revolucionaria kurda de 50 años a la integración liberal.
Para las fuerzas Marxistas-Leninistas-Maoístas, este escenario es tanto una advertencia histórica como un llamamiento estratégico a la acción. El vacío ideológico que deja la liquidación del PKK no debe ser llenado por reformismo dirigido por el imperialismo o el Estado, sino que debe ser contestado con claridad revolucionaria renovada. El vacío ideológico expuesto por la liquidación presenta posibilidades estratégicas para e resurgimiento de una línea Marxista-Leninista-Maoísta, orientada hacia la Guerra Popular, revolucionaria y de clase.
Por tanto, la tarea está clara: defender resueltamente los principios científicos del socialismo, la legitimidad de la resistencia revolucionaria popular, la validez de la Guerra Popular, y el derecho de las naciones oprimidas a la liberación revolucionaria. La línea de Öcalan busca rebobinar la historia y encadenar las aspiraciones revolucionarias a mesas liberales de negociación. Nuestra respuesta debe ser la defensa de la resistencia, no la capitulación; revolución, no reformismo; claridad del Marxismo-Leninismo-Maoísmo, no distorsión ideológica.
Liga Comunista Internacional
Octubre de 2025
