AND Editorial Semanal – La segunda bolsonarada es solo una advertencia, ¿no?
EDITORIAL AND
10 DE ENERO DE 2023
Editorial Semanal – La segunda bolsonarada es solo una advertencia, ¿no?
Alrededor de 4.000 golpistas asaltan Brasilia. Foto: AND Base de datos
Denunciamos, repudiamos y rechazamos con vehemencia las manifestaciones golpistas que asaltaron la sede de los “Tres Poderes” en Brasilia. Este hecho y el decreto de intervención federal del presidente Luiz Inácio –aunque esta medida fue solo en el área de seguridad pública en el DF y no en todo el DF– son hechos flagrantes de una crisis política, institucional y militar que vive el actual el gobierno, los funcionarios de los partidos y los monopolios de la prensa fingen no ver su gravedad, ocultándolo a la población brasileña; así como, buscan encubrir que sus causas están en la descomposición de todo ese viejo orden de explotación y opresión de nuestro pueblo y de sometimiento de la Nación, secularmente vigente. Esta es la primera cuestión que surge.
En segundo lugar, es necesario poner al desnudo lo que hay detrás de este hecho que sacudió a la capital federal y asombró al país. Es un hecho que los manifestantes acamparon a las puertas de los cuarteles, desde hace meses, pidiendo la intervención militar y sus organizadores son los mismos actores de las acciones del fallido atentado en el aeropuerto de Brasilia y los mismos actores del asalto a la sede. de los “Tres Poderes”. Asimismo, es un hecho que altos mandos militares alentaron los campamentos fuera de los cuarteles con declaraciones de que estos actos eran “democráticos” y “legítimos”. Además, no fue suficiente que el gobierno reaccionario de coalición aceptara, en la oscuridad de la noche, la imposición de la tutela sobre sí mismo por parte del Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA) con el nombramiento de su títere, José Múcio, en el Ministerio de Defensa, así como las candidaturas para el mando de las tres fuerzas, este mismo ministro, nada más tomar juramento, no descansó en acariciar de campo a cuartel al movimiento golpista anticomunista, repitiendo la arenga de los generales de que eran demostraciones democráticas.
Por otra parte, la ilusión pequeñoburguesa, del nuevo gobierno, de apoyarse exclusivamente en la ley, como es habitual que los gobernantes anuncien demagogia, también alentó a los golpistas en sus intenciones ya anunciadas. De dos, uno: o el gobierno abrió intencionalmente los flancos de la defensa de la seguridad de la sede de los “Tres Poderes” (al menos, el Palácio da Planalto) como una trampa, favoreciendo el evento, y con eso desgastando derribar políticamente a los golpistas, o demostrar pusilanimidad como continuación de la aceptación que se vio a lo largo de su campaña electoral frente a las amenazas e intimidaciones fascistas de la campaña de Bolsonaro.
En cuanto a la primera hipótesis, es la menos probable, pero extraña porque el presidente de la república Luiz Inácio, todo el gobierno, sus servicios de información, en fin, gran parte de la población brasileña, sabíamos que las caravanas de los golpistas no irían a Brasilia a freír galletas. Consciente de ello, dejar desprevenidas las sedes del poder para la defensa de posibles ataques, confiando únicamente en las atribuciones del gobierno del DF en la seguridad de la capital federal, es algo que contraviene por completo los protocolos de seguridad del Estado de cualquier gobierno de cualquier país. La Presidencia de la República cuenta con el Batallón de la Guardia Presidencial del Ejército (subordinado al Cuartel General en Brasilia), ¿dónde estaba ese contingente cuando ocurrieron los ataques y por qué no impidió la invasión? El parlanchín Ministro de Justicia habla de fallas en los servicios de inteligencia del gobierno del Distrito Federal, que el gobernador fue engañado, etc., ¡bueno, bueno! ¿Quién no sabía que Anderson Torres era el secretario de seguridad del DF y quién es en realidad? Además, sería una táctica rara, un juego del gato y el ratón que no se corresponde con la crítica situación que vive el país. Aunque la ilusión de legalidad del actual gobierno puede ser absurda, sería atrozmente ingenuo decir que con el fracaso de este ataque, esto en sí mismo detendrá el movimiento golpista. Los hechos ocurrieron, con todas las consecuencias que recaerán sobre los golpistas y por más duro que sea su castigo, no se detendrán, porque el hoyo es mucho más profundo.
En cuanto a la segunda hipótesis, la más probable, solo puede explicarse por la cobardía del gobierno y las instituciones ante las constantes amenazas, chantajes y provocaciones de generales y bolsonaristas. El mismo comportamiento pusilánime de la campaña electoral de Lula, basado en el postulado de que responder a la agresión golpista sería caer en la provocación y que lo correcto sería actuar considerando la posición de la ACFA para atraerla (aceptación de la tutela), y que al fin y al cabo se pueda estabilizar la situación del país mediante elecciones, que se pueda sacar al país de la crisis con la receta del FMI, que se pueda acabar con el hambre y crear una “nueva clase media” dando la torta a los banqueros y sus migajas al pueblo, que el país puede ser una potencia mundial siendo una semicolonia de los yanquis, y bla, bla, bla.
En tercer lugar, es necesario desenmascarar la hipocresía de los “campeones de la democracia”. ¿No fue Rede Globo y todos los escritores liberales reaccionarios quienes, desde 2014, movilizaron a la opinión pública en una verdadera cruzada de ética fascista? ¿Quién no recuerda las movilizaciones anticomunistas, en 2015 y 2016 en todas las capitales, con cobertura exclusiva de Rede Globo, en horario de máxima audiencia, con pancartas exigiendo la criminalización del comunismo y la “clausura del Congreso”? Ahora, enfadada, como si tuviera toda la moral del mundo, utiliza los peores insultos de su vocabulario contra los estafadores. Ahora señores, esos sectores de la llamada “clase media” politizados por la Red Globo, son los mismos que ayer eligieron a Bolsonaro y que, hoy, radicalizados y organizados por el bolsonarismo, se presentan como tropas de choque de la contrarrevolución golpista. Ocúpate de tu parte de responsabilidad.
Este movimiento anticomunista -que, por cierto, en sus campos contaba con una vasta experiencia en logística, típicamente militar- fue estructurado en los últimos cuatro años directamente por el entonces presidente de la república, Jair Bolsonaro, aglutinando lo peor en los sótanos de la policía. y Fuerzas Armadas, “milicianos”, sicarios profesionales guiados por la “moral y las buenas costumbres”, traficantes de armas y la derecha ultrarreaccionaria de la pequeña y mediana burguesía, claramente financiada por cierto sector de la gran burguesía y ladrones de tierras de la Unión. que imponen la servidumbre donde parasitan. Este movimiento seguirá arremetiendo contra el gobierno, así como durante el gobierno de Bolsonaro atacó con operaciones militares al movimiento campesino, y pronto se volverá con aún más furia contra el movimiento revolucionario de las masas, en cuanto se manifieste con fuerza. en el escenario político nacional.
Y sigue siendo preocupante, aunque ni una sola coma fue escrita o dicha por los monopolios de la prensa y los partidos oficiales, la flagrante connivencia de la ACFA con este intento de golpe – por cierto, ni siquiera el discurso del jefe de turno Luiz Inácio, cuyo gobierno está siendo atacado, tocó este punto, pero eso sí, en un primer pronunciamiento sobre estos hechos, prefirió comparar a la extrema derecha con los “estalinistas fanáticos” haciendo mofa y coro con los sofisticados anticomunistas de la Rede Globo.
Con respecto a los más altos niveles de autoridad, cabe preguntarse: ¿de dónde salió esa pandilla de villanos anticomunistas que acamparon en Brasilia todo este tiempo? ¿No estaban frente al Cuartel General del Ejército, con derecho a conversaciones diarias con las autoridades militares, que incluso les dieron más espacio en su campamento? ¿A quién se dirigen los golpistas, clamando por una salida golpista, si no a los altos mandos militares, recibiendo de ellos, entre mensajes aparentemente ambiguos y manifestaciones de aliento menos ruidosas, caricias de declaraciones que son manifestaciones democráticas?
Son los altos generales quienes, desde 2015, chantajean a la Nación, diciendo que o el país se inclina ante su “Proyecto de – sometimiento – de la Nación”, o vendrá el caos, frente al cual impondrán su “ Intervención militar”. ¿No fue eso lo que dijo el bocón Hamilton Mourão en una logia masónica en 2015, repitiendo recientemente con motivo del 87 aniversario del Levantamiento Popular de 1935? ¿No fue eso lo que dijo repetidamente el excomandante del ejército Eduardo Villas-Bôas, incluso en vísperas de las elecciones de 2018, y días antes de las elecciones de 2022? ¿No es ese “caos” con final golpista que pretende crear esta extrema derecha? Por tanto, cabe destacar en primer lugar el hecho de que los máximos responsables del crecimiento de todo este movimiento anticomunista son los jefes militares en activo y los generales en pijama, así como el cobarde Bolsonaro, todos los cuales siempre han sido anticomunistas viscerales. Lo cual no es ninguna novedad: las propias instituciones de las Fuerzas Armadas se esmeran en dejarlo claro en toda su liturgia mohosa y patriótica. El anticomunismo en todas sus líneas es, en esencia, golpista y profascista, y la historia contemporánea de nuestro país lo prueba plenamente.
Es necesario que todos los verdaderos demócratas y revolucionarios, en una acción unida, luchemos firmemente contra este movimiento anticomunista golpista. Este pretende, mediante disturbios de toda índole, arrastrar a la opinión pública desprestigiada con la putrefacción a que han llegado las instituciones de ese viejo Estado de terratenientes y grandes burgueses, sirvientes del imperialismo, principalmente yanqui, para ser base social de la reedición. del nefasto régimen militar. Es necesario aclarar a las masas populares que estos son los mayores enemigos de la Patria y de los intereses del pueblo. Para ello, es necesario romper definitivamente las ilusiones con la vía burocrática del viejo Estado y de esta vieja democracia agonizante. Las viejas instituciones sólo han desviado sistemáticamente a las masas del camino democrático de la revolución de nueva democracia, que queda pendiente, como siempre ha sido frustrada por la sanguinaria acción golpista de estas mismas fuerzas armadas anticomunistas. A lo largo de la historia contemporánea del país, cuando no prevalecieron los regímenes dictatoriales creados por golpes militares, prevalecieron los regímenes de la vieja democracia burguesa, que solo trajeron ilusiones y frustraciones a las masas, convirtiéndolas en presa fácil de las manipulaciones golpistas. Así fueron los gobiernos militares que inauguraron la república, los gobiernos de las oligarquías de la política café con leche, la dictadura de Vargas y los golpes en su contra en 1945 y 1954, o las amenazas golpistas al gobierno de JK, el golpe contra Goulart y la destitución de Dilma, en un ciclo que se repite repitiendo las crueldades contra nuestro pueblo y el sometimiento de la Nación por el imperialismo extranjero. ¡La tarea sólo podía ser movilizar a las masas, enarbolando en alto la bandera de la revolución de la nueva democracia, en enfrentamiento directo con la ofensiva golpista contrarrevolucionaria, y sin ilusiones con la vieja democracia y sus gobiernos de turno!
Redação de AND
10 Janeiro 2023
Editorial semanal – A segunda bolsonarada é só um aviso, não?
Cerca de 4 mil militantes golpistas assaltam Brasília. Foto: Banco de Dados AND
Denunciamos, repudiamos e rechaçamos veementemente as manifestações golpistas que tomaram de assalto a sede dos “Três Poderes” em Brasília. Tal fato e o decreto de intervenção federal do presidente Luiz Inácio – ainda que essa medida foi apenas na área de segurança pública do DF e não em todo DF – são fatos gritantes de uma crise política, institucional e militar que o governo atual, os partidos oficiais e os monopólios de imprensa fingem não ver sua gravidade, ocultando-a da população brasileira; bem como, buscam encobrir que suas causas estão na decomposição de toda essa velha ordem de exploração e opressão do nosso povo e de subjugação da Nação, secularmente vigentes. Em primeiro lugar é esta questão que se coloca.
Em segundo lugar, se faz necessário pôr a nu o que há de fundo neste acontecimento que sacudiu a capital federal e assombrou o país. É fato que os manifestantes acampados nas portas de quartéis, há meses, pedindo intervenção militar e seus organizadores são os mesmos atores das ações do fracassado atentado a bomba no aeroporto de Brasília e os mesmos atores de assalto à sede dos “Três Poderes”. Assim como, é fato que os altos mandos militares encorajaram os acampamentos às portas dos quartéis com as declarações de serem estes atos “democráticos” e “legítimos”. Ademais, não bastasse o fato de o governo de coalizão reacionária ter aceitado, na calada da noite, a imposição de tutelagem sobre si pelo Alto Comando das Forças Armadas (ACFA) com a nomeação de um títere seu, José Múcio, para o Ministério da Defesa, assim como as indicações para o comando das três forças, esse mesmo ministro, assim que empossado, não descansou em afagar o movimento anticomunista golpista de acampamentos em quartéis, repetindo a arenga dos generais de que se tratam de manifestações democráticas.
Por sua vez, a ilusão pequeno-burguesa, do governo que se inicia, de se apoiar exclusivamente na lei, como é de praxe a demagogia de governantes anunciar, encorajou também os golpistas em seus intentos já tão anunciados. De duas, uma: ou o governo propositalmente abriu os flancos da defesa da segurança das sedes dos “Três Poderes” (pelo menos, a do Palácio da Planalto) como uma armadilha, favorecendo o acontecimento, e com isso desgastar politicamente os golpistas, ou demonstrou pusilanimidade como continuação do acoelhamento que se viu em toda sua campanha eleitoral frente às ameaças e intimidações fascistas da campanha de Bolsonaro.
Quanto à primeira hipótese, é a menos provável, mas é estranho porque o presidente da república Luiz Inácio, todo o governo, os seus serviços de informação, enfim, grande parte da população brasileira sabíamos que as caravanas de golpistas não iriam a Brasília para fritar bolinhos. Sabedores disto, deixar as sedes dos poderes desprevenidas quanto à defesa de possíveis ataques, confiando somente nas atribuições do governo do DF na segurança da capital federal, é algo que contraria por completo os protocolos de segurança de Estado de quaisquer governos de quaisquer países. A presidência da república dispõe do Batalhão da Guarda Presidencial do Exército (subordinado ao QG de Brasília), onde estava este contingente quando ocorreram os ataques, e por que não impediram a invasão? São lorotas do falante Ministro da Justiça as suas falas sobre falhas dos serviços de inteligência do governo do Distrito Federal, que o governador fora enganado etc., ora, ora! Quem não sabia que Anderson Torres era o secretário de segurança do DF e quem ele é, de fato? Além de tudo seria uma tática esdrúxula, um jogo de gato e rato que não corresponde à situação crítica que vive o país. Ainda que a ilusão do atual governo na legalidade possa ser absurda, seria ingenuidade atroz deste contar que com o fracasso desse ataque, isto por si só deterá o movimento dos golpistas. Ocorrido os fatos, com todas as consequências que cairão sobre os manifestantes golpistas e por mais dura que possa ser a punição deles, não se deterão, pois o buraco é muito mais embaixo.
Quanto à segunda hipótese, a mais provável, só pode ser explicada pelo acovardamento do governo e instituições ante as constantes ameaças, chantagens e provocações de generais e dos bolsonaristas. O mesmo comportamento pusilânime da campanha eleitoral de Lula, baseado no postulado de que responder à altura as agressões golpistas seria cair em provocação e que o correto seria atuar considerando a posição do ACFA para atraí-lo (aceitação da tutela), e que ao fim e ao cabo se pode estabilizar a situação do país através das eleições, que se pode tirar o país da crise com o receituário do FMI, que se pode acabar com a fome e criar uma “nova classe média” dando o bolo para os banqueiros e os farelos dele para o povo, que o país pode ser uma potência mundial sendo semicolônia dos ianques, e blá, blá, blá.
Em terceiro lugar, é preciso desmascarar a hipocrisia dos “campeões da democracia”. Não foi a Rede Globo e todos os articulistas liberais reacionários que, desde 2014, mobilizaram a opinião pública numa verdadeira cruzada da ética fascista? Quem não se recorda das mobilizações anticomunistas, em 2015 e 2016 em todas as capitais, com cobertura exclusiva da Rede Globo, em horário nobre, com faixas exigindo criminalização do comunismo e o “fechamento do Congresso”? Agora, irada, como se tivesse toda a moral do mundo, emprega os piores impropérios de seu vocabulário contra os golpistas. Ora senhores, aqueles setores da chamada “classe média” politizada pela Rede Globo, é a mesma que ontem elegera Bolsonaro e que, hoje, radicalizada e organizada pelo bolsonarismo, se apresenta como tropa de choque da contrarrevolução golpista. Lidem com a vossa cota de responsabilidade.
Esse movimento anticomunista – que, a propósito, em seus acampamentos contavam com vasta experiência em logística, tipicamente militar – foi estruturado nos últimos quatro anos diretamente pelo então presidente da república, Jair Bolsonaro, aglutinando o que há de pior nos porões das polícias e das Forças Armadas, “milicianos”, assassinos profissionais pautados pela “moral e bons costumes”, comerciantes de armas e a ala direita ultrarreacionária da pequena e média burguesias, claramente financiado por um certo setor de grandes burgueses e latifundiários ladrões de terras da União que impõem a servidão onde parasitam. Esse movimento seguirá fustigando o governo, assim como durante o governo Bolsonaro atacou com operações militares o movimento camponês, e logo se voltará com ainda mais fúria contra o movimento revolucionário das massas, assim que este se manifeste contundentemente no cenário político nacional.
E não deixa de ser preocupante, ainda que nenhuma vírgula foi escrita ou dita pelos monopólios de imprensa e partidos oficiais, a conivência descarada do ACFA para com essa intentona golpista – a propósito, nem mesmo o discurso do gerente de turno Luiz Inácio, cujo governo está sob ataque, tocou neste ponto, mas sim, num primeiro pronunciamento sobre esses fatos, preferiu comparar a extrema-direita com os “stalinistas fanáticos” fazendo graça e coro com os anticomunistas sofisticados da Rede Globo.
Sobre os altos mandos, cabe perguntar: de onde partiu essa súcia de celerados anticomunistas, onde estiveram acampados em Brasília todo esse tempo? Não estavam na frente do Quartel General do Exército, com direito a conversações diárias com autoridades militares, que chegaram a conceder-lhes mais espaço ao seu acampamento? A quem se dirigem os golpistas, clamando por uma solução golpista, senão aos altos mandos militares, recebendo destes, entre recados aparentemente ambíguos e manifestações menos ruidosas de incentivo, afagos de declarações de que se tratam de manifestações democráticas?
São os generais de alto coturno que, desde 2015, chantageiam a Nação, dizendo que ou o país se curva ao seu “Projeto de – subjugação – da Nação”, ou sobrevirá o caos, frente ao qual eles imporão sua “intervenção militar”. Não foi isso o que disse o boquirroto Hamilton Mourão, em loja maçônica, em 2015, repetindo recentemente por ocasião do 87o aniversário do Levante Popular de 1935? Não foi isso o que disse reiteradas vezes o ex-comandante do Exército, Eduardo Villas-Bôas, inclusive às vésperas das eleições de 2018, e dias antes do pleito de 2022? Não é esse “caos” com fim golpista que essa extrema-direita está buscando criar? Portanto, deve-se ressaltar em primeiro termo o fato de que os maiores responsáveis pelo crescimento de todo esse movimento anticomunista são os altos mandos militares da ativa e os generais de pijamas, assim como o covarde Bolsonaro, todos desde sempre viscerais anticomunistas. O que não é nenhuma novidade: as próprias instituições Forças Armadas fazem questão de deixar claro em toda sua liturgia bolorenta e patrioteira. O anticomunismo em toda linha é, em essência, golpista e pró-fascista, e a história contemporânea de nosso país o comprova cabalmente.
É necessário que todos os verdadeiros democratas e revolucionários, numa unidade de ação, combatam firmemente contra esse movimento golpista anticomunista. Este pretende, através de distúrbios de todo tipo, arrastar a opinião pública desacreditada com a putrefação a que chegou as instituições desse velho Estado de latifundiários e grandes burgueses, serviçais do imperialismo, principalmente ianque, a ser base social para a reedição do nefando regime militar. É preciso esclarecer as massas populares de que esses são os maiores inimigos da Pátria e dos interesses do povo. Para fazê-lo, é preciso romper definitivamente as ilusões com o caminho burocrático do velho Estado e dessa velha democracia moribunda. As velhas instituições só têm desviado sistematicamente as massas do caminho democrático da revolução de nova democracia, que segue pendente de realização, pois fora sempre frustrada pela ação golpista sanguinária destas mesmas forças armadas anticomunistas. Ao longo da história contemporânea do país, quando não prevaleceu os regimes ditatoriais criados por golpes militares, prevaleceram os regimes da velha democracia burguesa, que só ilusões e frustrações trouxeram às massas, tornando-as presas fáceis para as manipulações golpistas. Assim foram os governos militares que inauguraram a república, os governos das oligarquias da política do café com leite, o da ditadura de Vargas e os golpes contra este em 1945 e 1954, ou as ameaças golpistas ao governo de JK, o golpe contra Goulart e o impeachment de Dilma, num ciclo que se repete reeditando crueldades contra nosso povo e a subjugação da Nação pelo imperialismo estrangeiro. A tarefa só poderia ser mobilizar as massas levantando alto a bandeira da revolução de nova democracia, em confronto direto com a ofensiva contrarrevolucionária golpista, e sem ilusões com a velha democracia e seus governos de turno!