AND Editorial Semanal – Movilizar a las masas para combatir a los golpistas

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REDACCIÓN AND

22 DE NOVIEMBRE DE 2022

Editorial Semanal – Movilizar a las masas para combatir a los golpistas

El aumento de los ataques políticos de extrema derecha es un llamado de atención para las fuerzas democráticas y populares. Solo en las últimas semanas, noticias de ataques con fuego contra un predio de la Liga dos Camponeses Pobres (LCP) en Norte de Minas, y un centro de entrenamiento del MST en PE; tiroteo en la redacción de un periódico de Rondônia (que no era simpatizante de los cortes viales), contra un restaurante, en la capital Porto Velho, y aún en el mismo estado el incendio de camiones pertenecientes a una empresa, cuyos dueños se oponen a los tranqueras; entre otros, como robo con armas largas seguido de incendio en una plaza de peaje en MT, corte de carretera con bombas incendiarias en SC, etc.

Estas acciones, entre todas las que se han producido desde las elecciones, son siempre realizadas por grupos de militares o exmilitares, policías o expolicías, sicarios a sueldo de terratenientes o “milicianos”, dueños de polígonos de tiro, CAC’s , vagabundos, profesionales moralistas al estilo Bolsonaro y sinvergüenzas, entre otros organizados por “movimientos de derecha” locales o por relaciones profesionales, territoriales o familiares; financiado por delincuentes multimillonarios, que se autodenominan “empresarios exitosos” (como ya lo señalaron las investigaciones en curso).

Esta turba es la dirección operativa de todas las movilizaciones golpistas importantes, es la escoria estiércol, bastante convencida de que los pobres y los negros deben vivir como la basura, siempre que puedan sacar alguna ventaja; e igualmente convencidos de que sólo un régimen militar puede salvar al país. Sus acciones tienen este objetivo: golpear al pueblo organizado e intimidar a los opositores, por un lado, y desestabilizar el régimen para obligar a los generales a una “intervención militar”, por el otro.

No debe haber piedad para este lumpesinato politizado. Dar golpes implacables dondequiera que se atreva a intimidar a las masas es la tarea mínima de los revolucionarios. Urge también denunciar a los cuatro vientos a la generalidad hipócrita y anticomunista, los soldados de lujo de los yanquis, que dan cuerda  a los extremistas en un intento de controlarlos, para utilizarlos para reforzar su chantaje contra la derecha liberal. El objetivo estratégico a mediano plazo del Alto Mando es ser reconocido por las demás instituciones como “Poder Moderador” y última voz de la república; y su objetivo es, con ello, imponer la máxima restricción de derechos y libertades, y la máxima explotación del pueblo y entrega de la Nación al imperialismo, principalmente yanqui, con una mueca de “democracia liberal”.

Esta situación política del país es consecuencia de la quiebra histórica y política de la “nueva” (vieja) República inaugurada de un golpe de mano, en 1988. La quiebra de este régimen político, a su vez, era inevitable: surgió de la capitulación de la izquierda a los gorilas del régimen militar, que impusieron las “reglas del juego democrático”, y nunca fueron castigados por torturas y fusilamientos. Ahora bien, este régimen es incapaz de resolver la crisis de descomposición del capitalismo burocrático y de detener el desarrollo de la situación revolucionaria, dado el grado de desmoralización que ha alcanzado frente a las masas. Hoy, ese pacto de clases es atacado por los de abajo en sus movilizaciones espontáneas y lucha revolucionaria consciente, y hostigado por los de arriba con la extrema derecha y su “intervención militar ya” y con los generales a través de su golpe de Estado “lento, paulatino y seguro”.

Además, el espíritu golpista no sería tal si no fuera por los años de histeria anticomunista y antipopular de esta derecha liberal reaccionaria, incluidos editorialistas y columnistas de los monopolios de la prensa, ciertos ministros de las altas cortes y los propios oportunistas electorales con sus cobardía hacia la extrema derecha. Todavía hoy reclaman y trabajan por leyes penales excepcionales contra la protesta popular y contra los pobres del campo y de las grandes ciudades. En 2018, casi todos los “liberales” hicieron campaña abiertamente por Bolsonaro, elogiaron a las Fuerzas Armadas y sus intentos injerencistas y, en los siguientes cuatro años, no hicieron nada ante los preparativos golpistas de su presidente y la injerencia reaccionaria de generales del Ejército. activo en la vida política. Y ahora, he aquí, fingen estar perplejos ante el “salvajismo” bolsonarista y la “falta de espíritu democrático” de las Fuerzas Armadas, ¡como si fueran paladines de la libertad y la democracia! El que siembra viento, señores,cosecha tempestades, y vuestra cosecha no ha hecho más que empezar.

No es de extrañar que esta extrema derecha haya establecido su movimiento de masas anticomunista. Allí también hay gente común, ilusionada, que se deja arrastrar por las ensoñaciones de la extrema derecha. Esto es porque tiene que decidir, en cada pleito, quién lo engaña mejor y quién le sirve de venganza contra el engañador anterior; porque confía más en los “ disparo de Zap ” que en las instituciones “democráticas” que, en los últimos 34 años, han sido muy competentes en el arte de engañarlos mientras los masacran. Estas masas, educadas durante décadas por la política reaccionaria oficial y por el brutal bombardeo mediático diario y el anticomunismo sofisticado, hace mucho tiempo que las sectas fundamentalistas cristianas movilizaron, politizaron y organizaron en el anticomunismo y encajan como anillo al dedo en la dirección bolsonarista que ascendió con las elecciones de 2018. Puede que se liberen o no de la esclavitud ideológica fascista, pero en el corto y mediano plazo solo se liberarán de este oscuro lastre con una condición: con el avance de la lucha revolucionaria, lo que les demostrará en los hechos que el camino para encontrar lo que buscan no es la reacción golpista de Bolsonaros o generales. En cuanto a los obstinados anticomunistas, los que acumulan deudas de sangre con el pueblo, el ajuste de cuentas será a largo plazo.

El caso es que no hay institución en esta república quebrada ni gobierno de turno que pueda frenar esta ofensiva preventiva contrarrevolucionaria dirigida por las máximas autoridades militares y alimentada por esta extrema derecha bolsonarista. Tampoco existe un “salvador de la patria” que pueda, elegido en este sistema, eliminar los males que pesan sobre el pueblo y la nación o asegurar las libertades democráticas. ¡Solo el pueblo movilizado y cada vez más organizado puede defender la democracia! En la feroz lucha por sus más elementales intereses y derechos, el pueblo construirá una nueva democracia que asegure las libertades, consolidándolas y ampliándolas. El pueblo sólo puede confiar en su propia lucha, armado con la decisión irrevocable de no permitir que se le mantenga esclavizado.


Redação de AND
22 Novembro 2022

Editorial semanal – Mobilizar as massas para combater os golpistas

O aumento de atentados políticos da extrema-direita é um alerta para as forças democráticas e populares. Apenas nas últimas semanas, vieram à tona notícias de atentados com incêndios contra uma área da Liga dos Camponeses Pobres (LCP) no Norte de Minas, e um centro de formação do MST em PE; atentado a tiros contra a redação de um jornal de Rondônia (que não foi simpático aos cortes de rodovias), contra um restaurante, na capital Porto Velho, e ainda no mesmo estado o incêndio de carretas duma empresa, cujos proprietários se opõem aos bloqueios; dentre outros mais, como assalto com armas longas seguido de incêndio em praça de pedágio no MT, corte de rodovia com bombas incendiárias em SC, etc.

Essas ações, dentre todas as que ocorreram desde as eleições, são sempre realizadas por grupos de militares ou ex-militares, policiais ou ex-policiais, matadores a soldo do latifúndio ou dos “milicianos”, donos de estandes de tiros, CAC’s, vagabundos profissionais e trapaceiros moralistas à moda Bolsonaro, dentre outros organizados por “movimentos de direita” locais ou por relações profissionais, territoriais ou familiares; financiados por delinquentes bilionários, que se autodenominam “empresários bem-sucedidos” (como já apontam as investigações em curso).

Essa corja é a direção operativa de todas as mobilizações golpistas importantes, é o chorume da escória, bastante convencida de que os pobres e pretos devem viver similar ao lixo, desde que possa levar alguma vantagem; e igualmente convicta de que só um regime militar é salvação do País. Suas ações têm esse fito: golpear o povo organizado e intimidar os opositores, por um lado, e desestabilizar o regime para forçar os generais a uma “intervenção militar”, por outro.

Não deve haver misericórdia com esse lumpesinato politizado. Desferir-lhe golpes implacáveis onde quer que ouse intimidar as massas é a tarefa mínima dos revolucionários. Igualmente é urgente denunciar aos quatro ventos a generalada hipócrita e anticomunista, soldadesca de luxo dos ianques, que dá corda nos extremistas para tentar controlá-los, a fim usá-los para reforçar suas chantagens contra a direita liberal. O objetivo estratégico de médio prazo do Alto Comando é ser reconhecido, pelas demais instituições, como “Poder Moderador” e última voz da republiqueta; e sua meta é, com isso, impor restrição máxima de direitos e liberdades, e exploração máxima do povo e entrega da Nação ao imperialismo, principalmente ianque, com careta de “democracia liberal”.

Essa situação política do País é consequência da própria falência histórica e política da “nova” (velha) República inaugurada com um golpe de mão, em 1988. A falência desse regime político, por sua vez, era inevitável: surgiu da capitulação da esquerda frente aos gorilas do regime militar, que impuseram as “regras do jogo democrático”, e nunca foram punidos pelas torturas e execuções. Agora, esse regime é incapaz de resolver a crise de decomposição do capitalismo burocrático e de frear o desenvolvimento da situação revolucionária, dado o grau de desmoralização a que chegou frente as massas. Hoje, aquele pacto de classes é atacado pelos de baixo em suas mobilizações espontâneas e na luta revolucionária consciente, e fustigado pelos de cima com a extrema-direita e sua “intervenção militar já” e com os generais através do seu golpe de Estado “lento, gradual e seguro”.

Ademais, o ânimo golpista não seria tal não fossem os anos de histeria anticomunista e antipovo dessa direita liberal reacionária, inclusive os editorialistas e articulistas dos monopólios de imprensa, certos ministros de altas Cortes e os próprios oportunistas eleitoreiros com sua covardia ante a extrema-direita. Ainda hoje, clamam e laboram por leis penais de exceção contra o protesto popular e contra os pobres do campo e das grandes metrópoles. Em 2018, os “liberais” fizeram, quase todos, campanha aberta para Bolsonaro, fizeram loas às Forças Armadas e aos seus ensaios intervencionistas e, nos quatro anos seguintes, nada fizeram diante dos preparativos golpistas do seu presidente e das intromissões reacionárias de generais da ativa na vida política. E agora, vejam só, se fazem de perplexos com a “selvageria” bolsonarista e com a “falta de espírito democrático” das Forças Armadas, como se fossem os paladinos das liberdades e da democracia! Quem semeia vento, cavalheiros, colhe tempestade, e vossa colheita apenas começou.

Não é à toa que essa extrema-direita estabeleceu seu movimento de massas anticomunista. Ali há também gente do povo, iludida, que é arrastada pelos devaneios da extrema-direita. Isto porque tem que decidir, a cada pleito, sobre quem a engana melhor e que lhe sirva como vingança contra o enganador anterior; porque confia mais nos “disparos do Zap” do que nas instituições “democráticas” que, nos últimos 34 anos, foram muito competentes na arte de enganá-las enquanto as massacravam. Essas massas, educadas há décadas pela política oficial reacionária e pelo bombardeio midiático diuturno embrutecedor e de sofisticado anticomunismo, já há muito vêm sendo mobilizadas, politizadas e organizadas no anticomunismo pelas seitas fundamentalistas cristãs e se encaixaram como mão e luva na liderança bolsonarista ascendida com as eleições de 2018. Elas poderão ou não se libertar da escravidão ideológica fascista, mas a curto e médio prazos só se livrarão desse fardo tenebroso sob única condição: com o avanço da luta revolucionária, que demonstrará nos fatos a elas que o caminho para encontrar o que procuram não é o da reação golpista dos Bolsonaros ou generais. Já quanto aos anticomunistas obstinados, aqueles que acumulam dívida de sangue com o povo, o acerto de contas será de longo prazo.

Fato é que não há instituição dessa república falida ou governo de turno que possam deter essa ofensiva contrarrevolucionária preventiva dirigida pelos altos mandos militares e alimentada por essa extrema-direita bolsonarista. Nem há “salvador da pátria” que possa, eleito nesse sistema, eliminar as mazelas que pesam sobre o povo e a Nação ou assegurar as liberdades democráticas. Só o povo mobilizado e crescentemente organizado pode defender a democracia! Na luta renhida por seus mais básicos interesses e direitos, o povo construirá a nova democracia que assegure as liberdades, consolidando-as e ampliando-as. O povo só pode confiar na sua própria luta, munida da decisão irrevogável de não permitir que se lhe mantenha escravizado.