AND Editorial Semanal – Los ‘gallinas verdes’ son marionetas en manos del Alto Mando

EDITORIAL DE AND

16 DE ENERO DE 2023

Editorial Semanal – Los ‘gallinas verdes’ son marionetas en manos del Alto Mando

Se hicieron correcciones menores a las 9:45 am del martes 17 de enero.

La ACFA permitió y consintió, deliberada y planificadamente, que se produjera la Bolsonarada. Foto: reproducción

La bolsonarada del 8 de enero sigue teniendo graves consecuencias. El proyecto de decreto de Estado de Defensa que sería firmado por Bolsonaro mientras era presidente, encontrado en la casa del exministro de Justicia Anderson Torres -el mismo hombre que facilitó flagrantemente las invasiones a la sede de los Tres Poderes- explica dos cosas: primero , que toda la prédica golpista de Bolsonaro antes y durante las elecciones, los paros de carreteras, las acciones armadas de la extrema derecha tras el anuncio de los resultados, etc. correspondía a su plan de que, si no ganaba las elecciones, firmaría tal decreto antes de que asumiera el opositor, lo que no se llevó a cabo porque el Alto Mando de las Fuerzas Armadas (ACFA) no está de acuerdo con una ruptura institucional a nivel nacional esta vez. Se sabe que el expresidente tuvo varias reuniones con la ACFA luego de la segunda vuelta electoral, y los dejó a todos irritados. Segundo, que los campamentos a las puertas de los cuarteles, en todo el país, eran una medida de la orientación de las ACFA. Incluso, la familia del general de reserva y excomandante del Ejército Eduardo Villas-Boas estaba organizando el campamento frente al Cuartel General del Ejército en la capital federal, que fue visitado por el mismo general. Por eso hubo una defensa abierta, por parte de los generales, de que los campamentos serían una “manifestación democrática” y “el derecho a la libertad de expresión”.

Los campamentos fueron el camino elegido por la ACFA, manipulando a los bolsonaristas y usándolos como carne de cañón, para promover un “motín” y dejarle claro al nuevo gobierno lo que puede hacer, y que los militares son, de hecho, el “Poder  Moderador”. Fue sin otra razón que en medio de la intervención federal en el área de seguridad pública en el Distrito Federal, en medio de investigaciones e interrogatorios a los manifestantes, y el decreto de captura de Anderson Torres, dijo el Presidente de la República Luiz Inácio, en un desayuno con la prensa, que “las Fuerzas Armadas no son el Poder Moderador que se creen”. Sin embargo, los participantes en el asalto a la sede de los “Tres Poderes”, principalmente sus organizadores, ante el aislamiento y el silencio de Bolsonaro, creyeron que cuando se completara la toma de esa sede, el próximo acto sería la intervención militar y esto circuló en esos países días en “redes sociales” entre varios bolsonaristas.

A su vez, el gobierno del oportunismo le debe una explicación a la Nación, de por qué dejó tan desprotegidas estas sedes, en particular el Palacio del Planalto; y por qué, luego de iniciada la marcha de los manifestantes hacia la Esplanada dos Ministérios y aun con las invasiones, no se activó el llamado “Plano Escudo”*, del que el PT y sus acólitos desconocen. Ya se sabe que la Oficina de Seguridad Institucional (GSI), encabezada por el general Gonçalves Dias, fue informada por la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin) sobre el riesgo de invasión de las instalaciones. La instrucción de reforzar la seguridad no sólo fue ignorada solemnemente por los militares, sino que llegó la orden escrita del GSI de dar de baja a 36 soldados del Batallón de la Guardia Presidencial (BGP) 20 horas antes del ataque de los “gallinas verdes”, dejando movilizados a un ridículo contingente y solo portando fusiles con munición de guerra, y sin equipo antimotines como los empleados siempre contra manifestaciones populares.

También salió a la luz que el comandante mayor de la BGP intentó ayudar a la banda a escapar por la salida de emergencia del Planalto, e incluso se peleó con los PM. Por si fuera poco, hay una grabación en vídeo del apático BGP mientras los fascistas se acercaban al Planalto. Para completar el día, esa noche, la Policía del Ejército, frente al Cuartel General de Brasilia, impidió la detención de bolsonaristas acampados por la PM, bloqueando los accesos con el estacionamiento de tanques de guerra.

Por tanto, no se trata de hechos aislados, ni de insubordinaciones individuales. La ACFA permitió y concurrió, de forma deliberada y planificada, a que las invasiones se realizaran el día 8, movilizadas por bolsonaristas, así como las alentó activa y tácitamente durante meses, con gestos, pronunciamientos, cuestionando la imparcialidad de las elecciones y defendiendo la Bolsonada ofensivas como manifestaciones democráticas -e incluso ofreciendo instalaciones militares y estructura logística -de forma más o menos encubierta- para la instalación de los campamentos.

Este movimiento anticomunista de extrema derecha quiere un golpe militar ahora, pero solo puede jugar el papel de peones en manos de los generales. Lo que pretende ACFA, utilizando tal movimiento, en primer lugar, es dejarle claro al nuevo gobierno que no lo cuestione en cuanto al papel de “Poder Moderador” y, en general, ir reforzando el orden político e institucional. terreno, para, en su caso, crear el llamado “caos social” contra el que han anunciado desde 2015 que intervendrán. Mientras estimula ambiguamente a la Bolsonarada –o explícitamente, en el caso de los generales de reserva, especialmente Villas-Bôas–, la ACFA está cosiendo el siguiente mensaje en la opinión pública: “a esto lleva la elección de un corrupto de izquierda, en un proceso en el que no damos fe de la equidad, cuyo tribunal electoral (TSE) tomó la delantera en el país, desequilibrando la independencia de los tres Poderes, sumiendo en el caos y el desorden a la sociedad brasileña; por eso la sociedad pide la intervención militar y nosotros somos los garantes de los poderes instituidos”. Eso es lo que ACFA está uniendo. Objetivamente, Bolsonaro y los “gallinas verdes” son carne de cañón en el plan ACFA, esa es la verdad. En ese sentido, la segunda bolsonarada -el día 8- fue solo una advertencia.

¿Por qué? Porque la ACFA, que es la columna vertebral de este viejo orden, sabe que tendrá que actuar como un todo, ya que el viejo orden no puede sostenerse por sí mismo. El capitalismo burocrático y su viejo Estado están seriamente amenazados por una situación revolucionaria que se desarrolla a pasos agigantados. Los de arriba no se entienden, los de abajo ya no aceptan la dominación como antes y, a pesar de que la parte más pequeña sigue engañada por la farsa electoral, la parte más consciente y organizada prepara la revolución. Después de ocho años de intentos, amenazados por el peligro de la subversión, los generales -con su ofensiva contrarrevolucionaria preventiva llena de tropiezos- ya están convencidos de que no será posible cumplir las tres tareas reaccionarias con el actual sistema político agonizante. Cuáles son las tres tareas: 1ª, sacar al país de la crisis e impulsar el capitalismo burocrático; 2º, centralizar el poder político en el Ejecutivo, principalmente en los centros de inteligencia militar, y restringir las leyes penales; y 3°, incremento de la represión para conjurar el peligro de revolución o aplastarla en sus inicios. La situación se encamina hacia su desenlace.

Para el pueblo, la cuestión es cómo resistir esta ofensiva contrarrevolucionaria preventiva para derrotarla y avanzar en la lucha por sus derechos y aspiraciones.

En primer lugar, el hecho de que lo ocurrido en Brasilia no haya producido más que una neutralidad de antipatía en las masas básicas por la forma en que ocurrió es una señal de que la defensa de estas instituciones, que durante 30 años han masacrado y engañado a los masas, ¿no es capaz de movilizarlas en defensa de las libertades democráticas y contra los golpes de Estado? Persistir en esta línea es entregar las masas a los fascistas.

En segundo lugar, el gobierno de turno de la coalición reaccionaria, a pesar de la bravuconería de Luiz Inácio sobre los militares, está construyendo su castillo sobre arenas movedizas, ya que piensa que las leyes y el apoyo político-institucional, por sí solos, pueden detener la marcha hacia el golpe. Estás subestimando peligrosamente la situación del país y del mundo. El presente siglo no es el siglo de la “democracia” y la “paz institucional” tan engatusadas por la derecha y el oportunismo; estando en el momento de la descomposición más avanzada y sin precedentes del imperialismo, este es y será precisamente el siglo de la reacción fascista y la restricción de libertades en todos los ámbitos, porque se ha abierto un nuevo período de revoluciones en la historia mundial y por mucho que se radicalice el fascismo, el movimiento revolucionario crecerá en todo el mundo, y nada podrá detener su estallido y crecimiento. Brasil será inevitablemente uno de los principales escenarios de la tormenta.

En esta ilusión constitucional, el nuevo gobierno cree que ha unido fuerzas políticas e instituciones, y ahora podrá pasar a la ofensiva y “someter el poder militar”. En realidad, el nuevo gobierno está más débil que nunca y está acorralado, porque no tiene fuerzas materiales confiables, ya que no las construyó en años de colaboración de clases; y si radicaliza a los movimientos sociales cooptados, esto será utilizado por la ACFA para crear un terreno aún más favorable para lanzar la culminación del golpe.

Ante esto, no hay otra salida: las masas sólo pueden garantizar sus intereses básicos -derechos laborales, seguridad social, servicios públicos y condiciones mínimas de supervivencia- y sus derechos y libertades democráticas a través de la lucha revolucionaria, es decir, construyendo el El Poder Popular, paso a paso y en medio de los más serios combates de la lucha de clases, que todo indica ha tomado el camino ineludible de la violencia política. Esto exige un liderazgo consistente, no oportunistas encallecidos y burócratas socialdemócratas de boquilla, que deben ser desenmascarados frente a las masas. La orden del día es: combatir la ofensiva contrarrevolucionaria golpista, romper las ilusiones constitucionales y enarbolar la bandera de la revolución de la nueva democracia en cada lucha del pueblo.

Nota:

* Plano Escudo: en artículo del diario Estado de São Paulo, el periodista Marcelo Godoy informa que ese es el protocolo de seguridad presidencial en caso de amenaza al área de la Praça dos Três Poderes; corresponde a la Oficina de Seguridad Institucional de la Presidencia de la República activarlo.


Editorial semanal – Os ‘galinhas verdes’ são fantoches na mão do Alto Comando

Redação de AND

16 Janeiro 2023

Foram feitas pequenas correções às 9h45, dia 17 de janeiro, terça-feira.

O ACFA permitiu e concorreu, deliberada e planificadamente, para que ocorresse a bolsonarada. Foto: Reprodução

A bolsonarada de 8 de janeiro segue tendo sérios desdobramentos. O projeto de decreto de Estado de Defesa que seria assinado por Bolsonaro enquanto era presidente, encontrado na casa do ex-ministro da Justiça Anderson Torres – o mesmo que facilitou flagrantemente as invasões das sedes dos Três Poderes – explicita duas coisas: primeira, que toda a pregação golpista de Bolsonaro antes e durante as eleições, as paralisações de rodovias, as ações armadas da extrema-direita após divulgação do resultado etc. correspondiam ao seu plano de que, caso não vencesse as eleições, assinaria tal decreto antes da posse do oponente, o que não foi levado a cabo porque o Alto Comando das Forças Armadas (ACFA) não está de acordo com uma ruptura institucional neste momento. É sabido que o ex-presidente teve várias reuniões com o ACFA após o segundo turno das eleições, e saiu de todas elas irritado. Segunda, que os acampamentos nas portas dos quartéis, por todo o País, eram uma medida da orientação do ACFA. Inclusive, a família do general da reserva e ex-comandante do Exército Eduardo Villas-Boas estava na organização do acampamento em frente do Quartel General do Exército na capital federal, o qual foi visitado pelo mesmo general. Por essa razão houve a defesa aberta, por parte de generais, de que os acampamentos seriam uma “manifestação democrática” e “direito da liberdade de expressão”.

Os acampamentos foram a forma escolhida pelo ACFA, manipulando os bolsonaristas e utilizando-os como bucha de canhão, para promover uma “baderna” e deixar claro ao novo governo o que pode fazer, e que os militares são, de fato, o “Poder Moderador”. Não foi por outra razão que em plena intervenção federal na área de segurança pública do Distrito Federal, em meio a investigações e interrogatórios dos manifestantes, e do decreto de prisão de Anderson Torres, o presidente da república Luiz Inácio afirmou, em um café da manhã com a imprensa, que “as Forças Armadas não são o Poder Moderador que pensam que são”. Só que os participantes do assalto às sedes dos “Três Poderes”, principalmente seus organizadores, ante o isolamento e silêncio de Bolsonaro, estavam crentes de que ao levar a termo a tomada das daquelas sedes, ato seguinte seria a intervenção militar e isto circulava naqueles dias nas “redes sociais” entre diversos bolsonaristas.

Por sua vez, o governo do oportunismo deve uma explicação à Nação, do porquê deixaram tão desguarnecidas de proteção estas sedes, particularmente o Palácio do Planalto; e porquê, depois de iniciada a marcha dos manifestantes em direção à Esplanada dos Ministérios e mesmo com as invasões, não acionou o chamado “Plano Escudo”*, sobre o qual o PT e seus acólitos estão carecas de saber. Já se sabe que o Gabinete de Segurança Institucional (GSI), chefiado pelo general Gonçalves Dias, foi informado pela Agência Brasileira de Inteligência (Abin) sobre o risco de invasão às instalações. A instrução para reforçar a segurança não só foi solenemente ignorada pelo militar, como também, partiu do GSI a ordem, escrita, de dispensar 36 soldados do Batalhão da Guarda Presidencial (BGP) 20 horas antes do ataque dos “galinhas verdes”, deixando mobilizado um contingente ridículo e apenas portando fuzis com munições de guerra, e sem equipamentos anti-distúrbios como os empregados sempre contra as manifestações populares.

Também veio a tona que o major comandante do BGP tentou ajudar a malta a fugir pela saída de emergência do Planalto, e chegou mesmo a discutir com os PMs. Não bastasse, há registro em vídeo do BGP apático enquanto os fascistas se acercavam do Planalto. Para completar o dia, naquela noite, a Polícia do Exército, em frente ao QG de Brasília, impediu a prisão de bolsonaristas acampados pela PM, bloqueando os acessos com o estacionamento de tanques de guerra.

Portanto, não se tratam de fatos isolados, nem de insubordinações individuais. O ACFA permitiu e concorreu, deliberada e planificadamente, para que ocorresse as invasões no dia 8, mobilizada por bolsonaristas, assim como a estimulou por meses, ativa e tacitamente, com gestos, pronunciamentos – questionando a lisura das eleições e defendendo a ofensiva da bolsonarada como manifestações democráticas – e, inclusive, com oferecimento das instalações militares e estrutura logística – de modo mais ou menos encoberto – para montagem dos acampamentos.

Esse movimento anticomunista de extrema-direita quer o golpe militar agora, mas só pode cumprir o papel de joguetes na mão dos generais. O que pretende o ACFA, usando tal movimento, em primeiro lugar, é deixar claro ao novo governo que não o desafie quanto ao papel de “Poder Moderador” e, em geral, ir acidentando o terreno político e institucional, para, se preciso, criar o tal “caos social” frente ao qual anunciam desde 2015 que intervirão. Enquanto estimulam ambiguamente a bolsonarada – ou explicitamente, no caso dos generais da reserva, em especial Villas-Bôas –, o ACFA vai costurando a seguinte mensagem na opinião pública: “eis no que dá a eleição de um corrupto de esquerda, num processo em que não atestamos a lisura, cuja corte eleitoral (TSE) tomou o protagonismo no País, desequilibrando a independência dos três Poderes, lançando a sociedade brasileira no caos e desordem; por isso a sociedade pede intervenção militar e nós somos os garantidores dos poderes instituídos”. É isso o que está costurando o ACFA. Objetivamente, Bolsonaro e os “galinhas verdes” são bucha de canhão no plano do ACFA, essa é a verdade. Neste sentido, a segunda bolsonarada – do dia 8 – foi apenas um aviso.

Por quê? Porque o ACFA, que é a coluna vertebral dessa velha ordem, sabe que terá que atuar como corpo inteiro, uma vez que a velha ordem não pode se sustentar. O capitalismo burocrático e seu velho Estado estão seriamente ameaçados por uma situação revolucionária em desenvolvimento por saltos. Os de cima não se entendem, os de baixo não aceitam mais a dominação como antes e, em que pese que a menor parte destes ainda se iluda com a farsa eleitoral, a parcela mais consciente e organizada prepara a revolução. Passados oito anos de tentativas, ameaçados pelo perigo de subversão, os generais – com sua ofensiva contrarrevolucionária preventiva cheia de tropeços – estão já convictos de que não será possível cumprir as três tarefas reacionárias com o atual sistema político agonizante. Quais sejam as três tarefas: 1ª, retirar o país da crise e impulsionar o capitalismo burocrático; 2ª, centralizar o Poder político no Executivo, principalmente nos centros de inteligência militares, e restrição das leis penais; e 3ª, incremento da repressão para conjurar o perigo de revolução ou esmagá-la em seus inícios. A situação caminha para o seu desenlace.

Para o povo a questão é de como resistir a essa ofensiva contrarrevolucionária preventiva de forma a derrotá-la e avançar a luta por seus direitos e aspirações.

Em primeiro lugar, o fato de o ocorrido em Brasília não ter produzido nada além do que uma neutralidade de antipatia nas massas básicas pela forma como este aconteceu é sinal de que a defesa dessas instituições, que há 30 anos massacram e iludem as massas, não é capaz de mobilizá-las em defesa das liberdades democráticas e contra o golpismo. Persistir nessa linha é entregar as massas aos fascistas.

Em segundo lugar, o governo de turno da coalizão reacionária – em que pese a bravata de Luiz Inácio sobre os militares – está construindo seu castelo na areia movediça, pois pensa que as leis e o apoio político-institucional, por si sós, podem parar a marcha ao golpismo. Está subestimando perigosamente a situação do País e do mundo. O presente século não é o século da “democracia” e da “paz institucional” tão cacarejadas pela direita e o oportunismo; estando na época da decomposição mais avançada e sem precedentes do imperialismo, este é e será precisamente o século da reação fascista e restrição de liberdades em toda a linha, porque se abriu um novo período de revoluções da história mundial e, por mais que radicalize o fascismo, o movimento revolucionário crescerá em todo o mundo, e nada poderá deter seu irrompimento e crescimento. O Brasil inevitavelmente será um de seus principais palcos de tormenta.

Nessa ilusão constitucional, o novo governo crê que uniu forças políticas e instituições, e poderá agora partir para a ofensiva e “submeter o poder militar”. Na realidade, o novo governo está mais fraco do que nunca e se encontra encurralado, porque não dispõe de forças materiais fiáveis, pois não as construiu em anos de colaboração de classes; e se radicalizar os movimentos sociais cooptados, isso será usado pelo ACFA para criar terreno ainda mais favorável para se lançar ao culminar do golpe.

Diante disso, não há outra saída: as massas só podem garantir seus interesses básicos – os direitos laborais, previdenciários, serviços públicos e condições mínimas de sobrevivência – e os seus direitos e liberdades democráticos através da luta revolucionária, isto é, por construir o Poder Popular, passo a passo e em meio aos combates mais sérios da luta de classes, que tudo mostra ter tomado a via incontornável da violência política. Isso demanda uma direção consequente, e não de empedernidos oportunistas e burocratas social-democratas de boca, que devem ser desmascarados frente as massas. A ordem do dia é: combater a ofensiva contrarrevolucionária golpista, romper ilusões constitucionais e hastear a bandeira da revolução de nova democracia em cada luta do povo.


Nota:

* Plano Escudo: em artigo no jornal Estado de São Paulo, o jornalista Marcelo Godoy informa que este é o protocolo da segurança presidencial em caso de ameaça à área da Praça dos Três Poderes; cabe ao Gabinete de Segurança Institucional da Presidência da República acioná-lo.