El traje nuevo del zar I – Del socialimperialismo soviético al imperialismo ruso actual

¡Proletarios de todos los países, uníos!

El traje nuevo del zar I

– Del socialimperialismo soviético al imperialismo ruso actual –

La situación internacional actual expresa los desarrollos de las últimas tres décadas concentrados, desde la bancarrota del socialimperialismo soviético, que dejó al imperialismo yanqui como la superpotencia hegemónica única y al imperialismo ruso en la condición de superpotencia atomica – debilitada y buscando recuperarse. En esta condición, tratando ansiosamente de romper el cerco del imperialismo yanqui, el imperialismo ruso ha lanzado su guerra de agresión contra Ucrania, en su afán de romper el cerco y soñando con la Rusia imperial de los zares. Este desarrollo, empezó con la restauración del capitalismo en la URSS, con la cual se fue restableciendo las relaciones del tipo del imperio zarista. Se abandonó la política de Lenin y Stalin sobre el trato a las nacionalidades para pasar a desarrollar la opresión nacional basada en el sentimiento de “gran ruso”. Para, proseguir luego con su heredera, la Rusia imperialista con, su pretensión de mantener sobre los países que fueron parte de la ex-Union Sovietica, la “soberanía limitada”, a que estuvieron sometidas durante el proceso del socialimperialismo sovietico. Que es más patente en los objetivos declarados y no declarados de su actual guerra de agresión contra Ucrania. Al mismo tiempo, las contradicciones internas se agudizan en Rusia.

En esta situación, como la descrita anteriormente, necesitamos mantener una visión clara sobre la naturaleza del imperialismo ruso, y oponernos firmemente a él, sin perder de vista al enemigo principal de los pueblos del mundo, el imperialismo yanqui. Tenemos que contraponer nuestra visión y posición proletaria contra toda la confusión que la burguesía trata de alimentar desde diferentes lados. Por lo tanto, echemos un vistazo al imperialismo ruso y a la herencia de la bancarrota del socialimperialismo soviético. El Estado burgués ruso es la continuación del Estado zarista y, por lo tanto, su línea de continuidad histórica tiene como eslabón al Estado de dictadura burguesa bajo la máscara de la ex-URSS revisionista, que no tenia nada que ver con la Unión Soviética del gran Lenin y Stalin.

La Federación Rusa como heredera del socialimperialismo soviético

La camarilla revisionista de Jruschov comenzó su ataque contra el camarada Stalin, contra el marxismo-leninismo y la dictadura del proletariado en el 20th Congreso del PCUS. Promovieron una “reforma económica” que supuestamente era para el “socialismo” y el “comunismo”, en realidad se trataba de una restauración capitalista. Para esta siniestra campaña, cocinaron la tesis revisionista de “tres pacíficos y los dos todos: “la coexistencia pacífica, la evolución pacífica y la transición pacífica” y “el Estado de todo el pueblo y el partido de todo el pueblo”.

El Partido Comunista de China, dirigido por el Presidente Mao, sobre este proceso de restauracion, siguiendo lo advertido por Lenin, señaló:

“La continuación de la lucha de clases durante un largo período histórico después de la toma del Poder por el proletariado, constituye una ley objetiva, independiente de la voluntad del hombre, sólo que la forma de la lucha de clases difiere de lo que era antes de la toma de Poder.

Después de la Revolución de Octubre, Lenin señaló en repetidas ocasiones:

a) Los explotadores derrocados tratan siempre, y en mil formas, de recobrar el “paraíso” que les ha sido arrebatado.

b) En la atmósfera pequeñoburguesa, se engendran constantemente, por un proceso espontáneo, nuevos elementos capitalistas.

c) Debido a la influencia burguesa, así como al cerco y la actividad corruptora del ambiente pequeñoburgués, también pueden surgir elementos degenerados, o nuevos burgueses, en las filas de la clase obrera y entre los funcionarios de las instituciones del Estado.

d) El cerco capitalista internacional la amenaza de intervención armada y las intrigas de descomposición pacífica por parte del imperialismo, constituyen las condiciones exteriores de la continuación de la lucha de clases en los países socialistas.

La vida ha confirmado estas conclusiones de Lenin.“ (Proposición Acerca de la Línea General del Movimiento Comunista Internacional, 1963)

Los revisionistas pronto comenzaron a desmantelar la economía socialista planificada y a convertirla en capitalismo monopolista de Estado. Las condiciones de vida de las masas se deterioraron gravemente, ya que el beneficio volvió a ser la única medida de “contribución”, y la producción fue llevada a la anarquía. La camarilla revisionista estaba tan divorciada de las masas como los zares. Pusieron el principio revisionista de los “incensarios materiales” y de la “libre competencia” por encima del principio socialista de “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo”, atacando la dictadura del proletariado y la economía planificada que había traído un gran desarrollo y bienestar para las amplias masas de la Unión Soviética. El estrato privilegiado, como los dirigentes empresariales y los elementos degenerados burgueses del partido, una pequeña minoría comenzó de nuevo a gobernar sobre los trabajadores, la mayoría, y a acaparar para sí los frutos de su trabajo. La camarilla revisionista instauró una despiadada dictadura burguesa para reprimir la resistencia de las masas y de los verdaderos comunistas: llevaron a cabo una purga en el partido y en el ejército, desplazaron a los verdaderos comunistas de sus puestos y los encerraron en las cárceles y en los psiquiátricos, crearon una enorme fuerza policial y militar, e incluso aplastaron sangrientamente las protestas de los trabajadores. Esta restauración y represión comenzó bajo Jruschov, pero se desarrolló aún más bajo Brezhnev. Igualmente, bajo Brezhnev se intensificó la colusión y pugna con el imperialismo yanqui:

“Desde que Brezhnev llegó al poder, con su bastón de mando cada vez menos eficaz y sus dificultades en el interior y en el exterior cada vez más graves, la camarilla de renegados revisionistas soviéticos ha estado practicando el socialimperialismo y el socialfascismo más frenéticamente que nunca. Internamente, ha intensificado la represión del pueblo soviético y ha acelerado la restauración general del capitalismo. En el exterior, ha intensificado su connivencia con el imperialismo norteamericano y su represión de las luchas revolucionarias de los pueblos de varios países, ha intensificado su control y su explotación de varios países de Europa del Este y de la República Popular de Mongolia, ha intensificado su disputa con el imperialismo norteamericano sobre Oriente Medio y otras regiones y ha intensificado su amenaza de agresión contra China. Su envío de cientos de miles de tropas para ocupar Checoslovaquia y sus provocaciones armadas contra China en nuestro territorio, la isla de Chenpao, son dos espectáculos infames escenificados recientemente por el revisionismo soviético.” (Informe al 9º Congreso del Partido Comunista de China, 1969)

La camarilla revisionista tergiversó la memoria de la Gran Guerra Patria y comenzó a comercializar su agresiva política exterior imperialista como “defensa de la Patria”, corporativizando y militarizando agresivamente la sociedad, sometiendo al individuo al servicio del Estado. El revisionismo soviético sometió rápidamente a diferentes naciones como semicolonias, especialmente en Europa del Este, practicando su política de la “Gran Rusia” de la época de los zares, abolida por la Gran Revolución Socialista de Octubre que estableció la igualdad de todos los pueblos y naciones, inventando la tesis revisionista de la “soberanía limitada” en su “gran comunidad socialista”, obligando a los países de Europa del Este a “integrar” su economía, producción y ciencia con ellos. En muchas repúblicas soviéticas de la Unión se restauraron las relaciones del imperio zarista. Los revisionistas abandonaron por completo lo que Lenin escribió sobre Rusia y la liberación nacional, y oprimieron brutalmente a otras nacionalidades distintas de la rusa, con políticas de discriminación y, por ejemplo, de migración forzadai . Esta historia se sigue viendo en el mundo actual, especialmente en Europa del Este.

En 1991 se produjo la bancarrota total del revisionismo soviético y la Unión Soviética socialimperialista colapsó. El fascismo, que sirvió a la burguesía para la restauración , para reprimir a los comunistas y a la clase obrera, y especialmente sirve a la facción monopolista burocrática, había dejado de servir a su propósito. En este momento, la fracción monopolista no estatal “demo-burgués”, restringida bajo el fascismo, ganó en la contienda inter-burguesa. Se llevaron a cabo muchas de las llamadas “reformas”, ahora bajo la dirección de la otra fracción, y se establecieron formalmente instituciones y derechos democrático-burgueses. Como parte de la restauración y en correspondencia con la época, cuando la burguesía ha dejado de ser una clase progresista, esta “democratización” no podía ser otra cosa que la instauración de un régimen de democracia burguesa reaccionaria. El poder se centralizó en el presidente desde el principio por encima del parlamento, que nació débil.ii Por tanto, la centralización del poder en el Ejecutivo se mantuvo, pero en forma de absolutismo presidencial. Formalmente el ideal burgués de “separación de poderes” existe en Rusia, como existe formalmente en toda democracia burguesa. Sin embargo, el presidente es un instituto central en el sistema político: casi como un monarca, es garante de la constitución, las leyes y los derechos de los ciudadanos, así como de la soberanía de la Federación Rusa.. También determina los objetivos básicos de la política rusa y representa al país, además de ser el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Ya en 2001 en un estudio burgués se señalaba que el presidente ruso tenía un gran poder sobre la Duma, con el derecho de emitir decretos, hacer propuestas de nuevas leyes y amenazar o incluso disolver el parlamento y ordenar nuevas elecciones si éste se niega a aprobar su legislación, aunque con el riesgo de que el nuevo parlamento le sea desfavorable. Por lo que bien podríamos llamarla, una monarquía republicana.

Putin ha aumentado esta centralización del poder en la institución presidencial, en el Ejecutivo, durante su régimen. Algunas de estas medidas incluyen atar más estrechamente a los líderes regionales al control del presidente. Las elecciones se han vuelto más fraudulentas, y hay pruebas de la manipulación generalizada de los votos. En la Duma, el partido de Putin, formado, según RT, por políticos con diferentes puntos de vista unidos por la lealtad a Putin y sus ideales. En los últimos años, el Kremlin ha impulsado -de forma muy habitual en la burguesía- leyes “antiterroristas” que prohíben las “organizaciones extremistas” o “agentes extranjeros”, organizaciones que el régimen de Putin considera una amenaza para sí mismo, y permiten que éstas sean ilegalizadas y prohibidas en las elecciones. Las personas asociadas a estas organizaciones pueden enfrentarse a penas de prisión o a violentas intimidacionesiii .

A pesar de toda la represión y de la creciente centralización del poder, Putin no tiene un discurso de ataque abierto a la democracia o al parlamentarismo, al contrario, alaba las elecciones, la participación del pueblo en ellas, asiste a la celebración del “día del parlamentarismo” nacional, etc. No tiene un discurso publico antiparlamentario ni anti partidos. Esto, por supuesto, es un gran teatro y demagogia. La facción de la burguesía dirigida por Putin se entromete en las elecciones y aumenta la represión contra los “enemigos políticos”, pero también necesita la ilusión de la democracia burguesa, para que el pueblo aplauda su circo.

Después de la reacción y las grandes protestas contra los ataques a los derechos demoliberales, el gobierno fomentó de hecho la competencia y las elecciones “libres”, y facilitó la asistencia de las fuerzas de la oposición para ganar legitimidad. Los resultados de estas elecciones también fueron tergiversados utilizando los medios habituales de las elecciones burguesas, como el “gerrymandering”, el cambio de las “reglas” de las elecciones y las formas de calcular los votos, etc., que existe en todas las elecciones burguesas. También el controvertido cambio de la constitución fue aprobado por el “voto de los ciudadanos”. La “legitimidad” para el cambio de constitución se consiguió a través de las elecciones, formalismo, que es propio de una democracia burguesa. El gobierno necesita legitimidad, porque no puede gobernar solo con los puños. El parlamento sigue cumpliendo su función como herramienta para sembrar ilusiones y manipular a las masas al servicio del Estado burgués, y sigue teniendo alguna función, aunque el poder se haya centralizado fuertemente en el presidente. A pesar de las limitaciones, las fuerzas de “oposición” siguen existiendo, aunque estos partidos tienen una representación mucho menor en el parlamento, y además, algunos de sus líderes han sido retirados de la escena política al ser sometidos a procesos judiciales y recibir largas condenas de prisión. La tendencia al fascismo, la centralización del poder en el ejecutivo, está siendo desarrollada por Putin y su facción de la burguesía, pero en forma de absolutismo presidencial, que en este momento, sirve mejor al capital financiero ruso que el fascismo.

El corporativismo continúa su marcha junto al parlamento

Con la restauración del capitalismo en la Unión Soviética, los revisionistas pusieron en marcha un gobierno o régimen fascista para oprimir al proletariado y a los pueblos de la la Unión Soviética con puño de hierro, y con ello, un sistema corporativista que es hoy la base del sistema moderno de relaciones laborales en Rusia. En 1992 se estableció en la Federación Rusa un “sistema tripartito”. Se trata de convenios colectivos a diferentes niveles regionales entre el Estado, los empresarios y los sindicatos amarillos. A nivel federal, las características corporativistas son más visibles: cada una de las tres partes está representada por 30 miembros de una comisión de carácter corporativista, formada por representantes de las asociaciones nacionales de empresarios, los líderes de los mayores sindicatos y los representantes del Estado, que también es un importante empleador. Este sistema es burocrático y el Estado lo domina a nivel regional y federal. iv

A través del sistema, la burguesía trata de contener la lucha de clases del proletariado, domesticar las huelgas y la rebelión y promover la legalidad burguesa y la colaboración de clases. A través del soborno imperialista, este sistema se utiliza para hacer política económica contra el desempleo y garantizar la “seguridad” económica a los trabajadores. En algunos casos, el Estado puede incluso impedir que las empresas no lleven a cabo despidos con la orden del presidente. El sistema se asemeja a “sistemas tripartitos” similares en otros países imperialistas, pero es claramente más corporativista, especialmente en la forma en que elude el parlamento y controla la producción.

En 2002 se estableció un nuevo código laboral. En él se establecían los derechos de los trabajadores a un salario mínimo, una paga regular, una semana laboral de 40 horas, vacaciones pagadas, prestaciones por maternidad y protecciones contra la discriminación, pero también se imponían restricciones a los derechos de los trabajadores a organizarse y se reforzaba el sistema corporativista. Una huelga legal no puede ser iniciada por los sindicatos, sino por una reunión o conferencia de trabajadores con no menos del 50 por ciento de todos los empleados que asisten a la reunión o dos tercios de los delegados de los trabajadores que asisten a la conferencia, y tiene que ser anunciada con varios días de antelación – por lo tanto, es casi imposible organizarla. La huelga está reconocida legalmente como “forma de resolver los conflictos laborales colectivos”, lo que limita la huelga a la modificación de los convenios colectivos celebrados en el sistema tripartito. Las huelgas están prohibidas en los sectores de la empresa en los que hay “procesos y equipos de producción peligrosos”. Este peligro no está definido con claridad y, por tanto, las huelgas están prohibidas en múltiples sectores. Como resultado, el número de huelgas (en el sentido que reconoce el tribunal, como forma colectiva de resolver los conflictos laborales) ha disminuido. Sin embargo, han aumentado otros tipos de protestas y paros laborales como forma de eludir la ley.

Los trabajadores que participan en huelgas y otras protestas se enfrentan a la intimidación de la policía, los tribunales y sus empleadores. Se ha informado de que las autoridades de distintos niveles intentan presionar a los trabajadores para que se abstengan de hacer huelga y participar en protestas. Los activistas sindicales también pueden ser despedidos legalmente o trasladados a otro lugar de trabajov .

El sistema tripartito es utilizado por la burguesía especialmente en tiempos de crisis. En el sistema tripartito, el Estado tiene un papel dominante y promueve la idea de que los trabajadores deben preocuparse principalmente por el “bien común”. Las restricciones a la huelga dificultan la organización de los trabajadores y promueven la idea de que la huelga es un mero medio de comunicar la opinión de los trabajadores para hacer un convenio colectivo de tipo corporativo, en el marco del sistema tripartito, y es una grave restricción de los derechos demo-liberales. El corporativismo continúa su marcha a través del sistema tripartito. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que este sistema se encuentra dentro de un régimen democrático-burgués todavía reaccionario, en este sentido se diferencia del reinante en la Unión Soviética social-imperialista, y aunque esté dominado por el Estado, el sistema existe junto al parlamento, y no lo niega completamente.

Continuará

i¿Leninismo o socialimperialismo? Foreign Language Press Pekín 1970

iiRtbh.com 12.06.2015: 25 years of Post-Soviet Russia: How Far Has the Country Come?

iiiInstitute of Modern Russia 2020: Russia under Putin – 20 years of Battling Civil Society. Report by the Institute of Modern Russia

ivVinogradova, Elena; Kozina, Irina; J. Cook, Linda 2015: Labor Relations in Russia – Moving to a “Market Social Contract”? Problems of Post-Communism, vol. 62: 193–203

vGerasimova, Elena 2017: Collective Labor Disputes and Strikes in Russia: The Impact of Judicial Precedents and Enforcement. Russian Law Journal Vol. V, Issue 2