AND Editorial especial – ¡Elecciones no! ¡Revolución sí!

REDACCIÓN AND

01 de octubre de 2022

Editorial especial – ¡Elecciones no! ¡Revolución sí!

La agitación denuncia la farsa electoral y recibe el saludo de un trabajador, septiembre de 2022, RJ. Foto: base de datos y

A un día de la primera ronda de la farsa electoral, la disputa para la presidencia de turno puede terminar sin la segunda ronda. Bolsonaro sembro viento y ahora cosecha tormenta. Abrió las arcas públicas y estableció las migajas de bienestar, en un acto demagógico, con la esperanza de crecer en las encuestas: falló. Las masas no olvidan y no perdonan los 700,000 muertos en la pandemia, así como otros crímenes suyos. La distancia entre él y Luiz Inácio ya alcanza 13 puntos porcentuales, en la investigación promedio.

La cabecilla petista puede triunfar en la primera ronda, no porque tenga un apoyo popular genuino, sino, por el contrario, por dos razones. Primero, porque Bolsonaro, como el otro mas citado, llegó a jefe del viejo Estado debido al fracaso del reformismo oportunista de PT que frustraba a la mayoría del pueblo. Lo frustró, arrojó la máscara del defensor de los trabajadores para aliarse con banqueros y empresarios. Al no poder engañar, hablando de la lucha de clases, se centró en los problemas de identidad y de comportamiento para hacerse el izquierdista, dando un escenario para que la extrema derecha salte a la escena política con Bolsonaro, que representa lo más podrido, reaccionario, antipueblo y oscurantista en la política de nuestro país, lo que lo hace peor que Luiz Inacio en todo. En segundo lugar, debido a que el rechazo de ambos candidatos más citados para ganar es mucho más alto que su aprobación, lo que hace que las masas aún se desorganizan y se pierdan para votar por uno para que el otro no gane. Y este es el factor principal, pues, que expresa la farsa que son estas elecciones.

Luiz Inácio, con cada segundo, revela su naturaleza de la conciliación de clase. Aquí se entiende la conciliación como la actividad final de la manipulación de los sentimientos de las masas, que durante 40 años aprendió como ninguno de los sirvientes de las clases dominantes. Sigue su promesa de garantizar “Picana y cerveza”, siempre y cuando el pueblo acepte el mundo de la máxima explotación y opresión. Engaño, pues, incluso “Picana” y “cerveza”, como el idioma se refiere a la elevación de las condiciones materiales de vida del pueblo, será imposible para él garantizar.

La crisis económica es muy grave y, como resultado de ella, empeora la división en los grupos de poder de las fracciones de las clases gobernantes, el temblor institucional es mayor y gradualmente crece la violencia reaccionaria como el único lenguaje de la política. ¿Qué hará Luiz Inacio, habiendo prometido un aumento en su gobierno a todos los sectores, en pugna, de las clases dominantes, por un lado, y prometido algo imposible de cumplir con las masas, por el otro? Es cierto que sería uno de los gobiernos más frágiles en la historia de esta república burocrática. Sería un gobierno lleno de inconsistencias y paradojas que lo devorarían desde adentro. Cada vez más sin apoyo, solo podría obtenerlo en la tutela de los generales golpistas, quienes, después de todo, harían de este un gobierno propio, con la careta que quiera ser, el elegido o Alckmin.

El paso en esa dirección ya esta dado. Luiz Inácio, quien de repente comenzó a usar la divisa de los “mercados” de Dios (“credibilidad, previsibilidad y estabilidad”, impuesta por los generales golpistas, como “legitimidad, legalidad, estabilidad”), ahora también lanzó su proyecto de defensa. Primero hay: la creación de la Guardia Nacional, para actuar sobre las crisis de seguridad (otro paso adelante en la militarización del país) y la modernización (entendida: adulación) de las fuerzas armadas (más gastados de fondos e incremento de su poder represivo).

En el lanzamiento de lo mismo, como portavoz de Lula, Celso Amorim se unió, casi disculpándose por la Comisión -de media- Verdad: “Vivimos un momento de la Comisión Nacional de la Verdad, lo cual era necesario. Este momento es superado. No lo movamos más ”(Comprenda: Amén a lo generalizado). Tácitamente, también se promete no tocar el sistema de promoción y capacitación en academias militares, cuyos productos son funcionarios obtusos como Hamilton Mourão y Luiz Eduardo Ramos, además de la condición anticomunista visceral obligatoria y una vocación garantizada para el golpe de de estado para ciertas circunstancias.

Ya Bolsonaro, sintiéndose derrotado y con divisiones dentro de la campaña misma, avanza en el chantaje y las quejas de sospechas de que las elecciones no son “limpias y seguras”. Su partido, el PL de Valdemar Costa Neto (¡a veces, lo mismo que el mensual!), Denunció “24 irregularidades” en el Tribunal Electoral Superior, cuya conclusión es: “El código fuente [de la urna electoral] está controlado por un grupo muy restringido de servidores TSE “y, por lo tanto, tiene” poder absoluto para manipular el resultado de las elecciones sin dejar trazas “.

Resulta que Bolsonaro incluso sigue su folleto de creación de trastornos. Es evidente que no tendrá la fuerza para triunfar a través de un levantamiento armado en los cuarteles y las calles, tal vez, hoy, para elevar un movimiento armado digno de ese nombre, su plan es vender la solución para su mismo trastorno cuyo precio es: una amnistía para si y sus llegadas.

De los otros candidatos, ni siquiera valdría la pena hablar, ya que ya están derrotados. Ciro Gomes, que tiene la intención de ser un hombre “anti-ligarquía”, es claro que su “proyecto de desarrollo nacional” está más cerca del gobierno de Geisel en la mitad del régimen militar, que algo democrático nacional.

Es hora de tomar resueltamente con todas las energías el boicot de la farsa electoral y la fusión, al espíritu sublevado de las masas, la perspectiva estratégica clara, que les falta. Une con su conocimiento sensible sobre la pudrición de este antiguo orden a la propaganda viva de la revolución democrática, agraria y antiimperialista, para que no caiga en ilusiones y, si cae, pueda salir con más certeya de la su naturaleza del viejo orden. La palabra es simple: no vote, lucha por la revolución!


Redação de AND
01 Outubro 2022

Editorial especial – Eleição não! Revolução sim!

Agitação denuncia a farsa eleitoral e recebe cumprimento de uma trabalhadora, setembro de 2022, RJ. Foto: Banco de dados AND 

Há um dia do primeiro turno da farsa eleitoral, a disputa para a presidência de turno pode encerrar-se sem a segunda rodada. Bolsonaro plantou vento e colhe, agora, tempestade. Abriu os cofres públicos e estabeleceu as migalhas assistencialistas, num ato demagógico, esperando crescer nas pesquisas: fracassou. As massas não esquecem e não relevam os 700 mil mortos na pandemia, além de outros crimes seus. A distância entre ele e Luiz Inácio alcança já 13 pontos percentuais, na média das pesquisas.

O cabecilha petista pode triunfar no primeiro turno, não por ter genuíno apoio popular, mas, muito ao contrário, por duas razões. Primeiro porque Bolsonaro, como o outro mais cotado, chegou à cabeça do velho Estado por conta do fracasso do reformismo oportunista do PT que frustrou a maioria do povo. Frustrou-lhe, jogou por terra a máscara de defensor dos trabalhadores para aliar-se a banqueiros e usineiros. Não podendo enganar, falando em luta de classes, centrou em questões identitárias e de comportamento para fazer-se de esquerda, dando, assim, palanque para a extrema-direita saltar à cena política com Bolsonaro, que representa o que há de mais podre, reacionário, antipovo e obscurantista na política de nosso país, fazendo-o pior do que Luiz Inácio em tudo. Segundo, porque a rejeição de ambos os candidatos mais cotados a vencer é muito mais alta que a sua aprovação, o que faz com que as massas ainda desorganizadas e perdidas votem em um para que o outro não vença. E este é o fator principal, pois que expressa a farsa que são essas eleições.

Luiz Inácio, a cada segundo que passa, revela mais a sua natureza de conciliação de classes. Entenda-se, aqui, conciliação como a atividade-fim da manipulação dos sentimentos das massas, que por 40 anos ele aprendeu como nenhum dos serviçais das classes dominantes. Segue com sua promessa de garantir “picanha e cerveja”, desde que o povo aceite calado o agravamento da exploração e opressão máximas. Engano, pois, mesmo a “picanha” e a “cerveja” – como figuras de linguagem para se referir à elevação das condições materiais de vida do povo – será impossível, para ele, garantir.

A crise econômica é muito séria e, resultante dela, se agrava a divisão nos grupos de poder das frações das classes dominantes, são maiores os abalos institucionais e cresce, gradualmente, a violência reacionária como única linguagem da política. O que fará Luiz Inácio, tendo prometido um lugarzinho rendoso no seu governo para todos os setores – em pugna – das classes dominantes, por um lado, e prometido algo impossível de cumprir às massas, por outro? É certo que seria um dos governos mais frágeis da história dessa república burocrática. Seria um governo repleto de incoerências e paradoxos, que devorar-lhe-iam desde dentro. Crescentemente sem sustentação, só a poderia obter na tutela dos generais golpistas, que, no fim das contas, fariam deste, uma vez mais, um governo seu, com a careta que queira dar o eleito ou de Alckmin.

Passo nessa direção já está dado. Luiz Inácio, que repentinamente passou a usar a divisa do deus “mercado” (“credibilidade, previsibilidade e estabilidade”, imposta pela generalada golpista como “legitimidade, legalidade, estabilidade”), agora também divulgou seu projeto de Defesa. Lá consta: primeiro, criação da Guarda Nacional, para atuar em crises de segurança (mais um passo a diante na militarização do País) e modernização (entenda-se: adulação) das Forças Armadas (mais gasto de verbas e incremento de seu poder repressivo).

No lançamento do mesmo, como porta-voz de Lula, Celso Amorim adendou, quase pedindo desculpas por ter existido a Comissão – da meia – Verdade: “Vivemos um momento da Comissão Nacional da Verdade, que foi necessário. Esse momento está superado. Não vamos mexer mais nisso” (entenda-se: amém à generalada). Tacitamente, está também prometido não tocar no sistema de promoções e de formação nas academias militares, cujos subprodutos são oficiais obtusos como Hamilton Mourão e Luiz Eduardo Ramos, ademais da obrigatória condição anticomunista visceral e vocação golpista garantida para determinadas circunstâncias.

Já Bolsonaro, sentindo-se derrotado e com divisões no seio da própria campanha, avança nas chantagens e em suspeitas denúncias de que as eleições não são “limpas e seguras”. Seu partido, o PL de Valdemar Costa Neto (ora, o mesmo do mensalão!), denunciou “24 irregularidades” no Tribunal Superior Eleitoral, cuja conclusão é: “o código-fonte [da urna eleitoral] é controlado por um grupo muito restrito de servidores do TSE” e que, por isso, possuem “poder absoluto para manipular resultado das eleições sem deixar rastros”.

Como se vê, Bolsonaro segue mesmo sua cartilha de criar distúrbios. Sendo evidente que não terá força para triunfar através de um levante armado nos quartéis e nas ruas – talvez, hoje, sequer para levantar um movimento armado digno desse nome –, seu plano é vender a solução para o mesmo distúrbio, cujo preço é: a anistia para si e seus chegados.

Dos demais candidatos, nem valeria a pena falar, pois já estão derrotados. Ciro Gomes, que pretende-se homem “anti-oligarquia financeira”, mal se dá conta que seu “projeto nacional de desenvolvimento” está mais próximo do governo Geisel – em pleno regime militar – do que de algo nacional-democrático.

É hora, resolutamente, de levar com todas as energias o boicote à farsa eleitoral e fundir, ao estado de espírito sublevado das massas, a perspectiva estratégica, clara, que lhes falta. Unir ao seu conhecimento sensível sobre a podridão dessa velha ordem à propaganda viva da Revolução Democrática, Agrária e Anti-imperialista, para que não caia em ilusões e, se por ventura deixar-se cair, possa dela sair com mais clareza sobre a natureza dessa velha ordem. A palavra é simples: Não vote, luta pela Revolução!